Xacopediaconcordia, camino de

El Camino de Santiago, definido en muchas ocasiones como un gran espacio de concordia, logró en 2004 justamente el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, concedido a aquellas personas, instituciones o grupos que, a juicio del jurado, contribuyen de forma ejemplar y relevante a la fraternidad entre los hombres, la defensa de la libertad y el fomento del conocimiento. La concesión del premio, uno de los más prestigiosos de Europa y fallado en septiembre de ese año en Oviedo, Asturias, fue uno de los acontecimientos del Jubileo 2004, el primero del siglo XXI.

El acta del jurado, formado por conocidas personas del mundo de la cultura, la ciencia y la política, se refiere al Camino de Santiago como un “lugar de peregrinación y de encuentro entre personas y pueblos que, a través de los siglos, se ha convertido en símbolo de fraternidad y vertebrador de una conciencia europea”. Al premio, que el Camino logró por unanimidad, se habían presentado 38 candidaturas de 20 países.

Conceptos esenciales en el proceso histórico del Camino como son su sentido espiritual abierto, su hospitalidad y solidaridad, así como su aportación pacífica a la construcción de Europa y su sentido de senda superadora de fronteras, fueron tenidos muy en cuenta para la concesión del premio. La candidatura del Camino se había fundamentado en lo que sus promotores, entre los que figuró la Xunta de Galicia, definieron como los diez signos de la concordia de los Caminos de Santiago: espiritualidad, esperanza, hospitalidad, respeto, solidaridad, gratuidad, asociacionismo, voluntariado, encuentro y unión.

En la entrega del premio, celebrado el 23 de octubre del mismo año en Oviedo, el príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, que presidió el acto, destacó el sentido fraterno de la Ruta Jacobea para justificar el reconocimiento: “Como símbolo de fraternidad entre pueblos y personas del mundo entero, nos atrevemos a decir que el Camino fue el primer proyecto común europeo, la primera empresa en que gentes de muchas colectividades confluyeron por varias sendas en un destino único, enriqueciendo nuestras tierras con palabras, edificios, costumbres, alimentos, estilos de vida, leyendas y canciones que los peregrinos traían con ellos y dejaban entre nosotros como una semilla fecunda”.

También se refirió el Príncipe a los valores intemporales de este itinerario de origen medieval: “Quienes entonces salían al Camino y los que lo hacemos ahora, sabían y sabemos que se trata de un doble recorrido: el físico y el espiritual, cuyo resultado final es que en el Camino se experimenta y se conoce el compañerismo, la solidaridad, el sacrificio, el diálogo entre lenguas y culturas diversas y, sobre todo, ese descubrimiento interior que sólo proporcionan las grandes empresas espirituales”. [MR]


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