Xacopediajubileo

Sustantivo que hace alusión a la celebración religiosa mediante la que la Iglesia católica concede una serie de indulgencias plenarias que permiten, a través del cumplimento de ciertos requisitos, la remisión completa de las penas temporales impuestas tras el perdón de los pecados. Se interpreta, por lo tanto, como un periodo especial que facilita la purificación del alma. Estas iniciativas específicas de perdón eclesiástico se aplicaban y se aplican con motivo de acontecimientos y celebraciones especiales -ya sucedía esto en la Europa cristiana hacia el siglo XII- o estables en el tiempo -aparecieron en el siglo XIV.

Cuando estos periodos se prolongan, como es habitual, durante un año, se conocen como año jubilar o, de manera abreviada, como jubileo. Ambos términos son sinónimos de año santo, pero con algún matiz que veremos al final.

El jubileo tiene su origen más remoto en la cultura y en la lengua hebreas -hablada hasta el siglo VI a.C.-, en la que se designaba al carnero como ióbel. Por sinécdoque, los hebreos denominaron también ióbel al cuerno de este animal, que adaptaban como instrumento musical. Con un sonido parecido al de la trompeta, el ióbel pasó a utilizarse en un momento dado para anunciar el inicio del año especial de los judíos, aquel en el que, según el Levítico, libro del Antiguo Testamento elaborado hacia el siglo V a.C., se daba descanso a las tierras, se reordenaban las propiedades y se liberaban los esclavos, consagrando el tiempo a Dios. “Haréis sonar el cuerno del ióbel en todo el país” para anunciar el jubileo, se ordena. Era un periodo de celebración y de recomposición general. Tenía lugar cada cincuenta años.

La traducción latina de la Biblia interpretó el tiempo del ióbel como iubileaus. De aquí deriva el significado que dan los católicos al sustantivo ‘jubileo’, surgido a su vez de la predisposición de la Iglesia a adaptar para sus objetivos determinados ritos y aspectos de la vida del pueblo hebreo, el pueblo bíblico.

El año del ióbel era un tiempo para el reencuentro, la renovación y la consagración. El jubileo cristiano busca parecidos objetivos: el peregrino deja todo y parte en la búsqueda de una vida nueva que podrá lograr gracias a la ayuda de la Iglesia. Esta pone a su alcance una serie de indulgencias especiales que le facilitarán esa renovación al liberarlo de las penas terrenales impuestas para el perdón de los pecados. Por ese sentido de libre compromiso que supone, el sustantivo ‘jubileo’ lo utilizan también los miembros de la Iglesia para conmemorar los cincuenta años de servicio en esta institución.

Los jubileos más relevantes -Roma y Santiago- duran siempre un año, al igual que los otros dos de mayor proyección, a principios del siglo XXI, ambos en España: Caravaca de la Cruz (Murcia) y Santo Toribio de Liébana (Cantabria). La Iglesia cuenta con unos veinte jubileos más, concedidos siempre por el papa y que se celebran, por distintos motivos y con duración variable, en todo el mundo católico. Se consideran jubileos particulares, ya que tienen un carácter de proximidad que casi nunca sobrepasa los ámbitos locales o regionales, como sí sucede sobre todo con los de Roma y Santiago.

Antes del establecimiento en firme del jubileo compostelano, en la primera mitad del siglo XV ya se concedían indulgencias en Santiago y resulta probable que se hubiese celebrado algún periodo jubilar ocasional, con motivo de ciertas celebraciones significativas. Sin embargo, será el año jubilar o año santo, con la concesión de indulgencias plenarias continuadas durante doce meses, el que les aporte sentido e identidad. La justificación de este jubileo cíclico resultaba evidente para la Iglesia compostelana: su magno sepulcro era, junto con los de San Pedro y San Pablo en Roma, el único de un apóstol de Cristo en suelo europeo. Esta singularidad es la que había dado lugar a una antigua y continuada corriente de peregrinos de toda Europa.

Los resultados fueron muy positivos: los periodos jubilares supusieron un referéndum casi siempre positivo para el prestigio espiritual y material de la Iglesia compostelana, lo que evitó quizá su definitivo declive, pasado el esplendor medieval. Generaron el principal dinamismo del mundo jacobeo y se convirtieron, ya en el siglo XX, en un motor económico y socio-cultural, tanto en la urbe compostelana como -con mayor o menor incidencia- a lo largo del Camino de Santiago en España. Actualmente el jubileo compostelano vive un momento de expansión en el que conviven -con parecido empuje- tradición y modernidad, cultura y turismo, catolicismo y ecumenismo.

Existe, por cierto, un segundo jubileo dedicado a Santiago el Mayor. Se celebra en la localidad de Gáldar, en la isla de Gran Canaria, desde finales del siglo XX en los mismos periodos que el compostelano. Tiene carácter casi exclusivamente canario.

Jubileo y año jubilar son expresiones sinónimas de año santo. Así lo quieren la Iglesia católica y la tradición popular. Sin embargo, como también apuntamos al referirnos expresamente al año santo, el ex deán de la catedral compostelana Jesús Precedo Lafuente observa, como otros estudiosos, algún matiz: “El año santo acentúa el deber que la circunstancia reitera al cristiano de caminar hacia la santidad en la que fue iniciado con su bautismo”, en tanto que el “año jubilar apunta hacia una liberación espiritual”. [MR]

V. año jubilar / año santo / jubileo, ganar el / Santiago de Gáldar, jubileo de


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