Xacopediaturismo

“Actividad o hecho de viajar por placer”. Así define el Diccionario de la lengua española (Real Academia Española, 2001) este término, cuya relación con las peregrinaciones jacobeas y el Camino de Santiago ha sido un tema de frecuente debate desde mediados del siglo XX. Esta vinculación se inicia, sin embargo, en el Año Santo compostelano de 1926, cuando el Patronato Nacional de Turismo edita un cartel alusivo a la significación jacobea de la ciudad de Santiago. Es la constatación formal de un fenómeno que venía manifestándose desde las décadas finales del siglo XIX, cuando Compostela comienza a recibir a los primeros viajeros que llegan por placer, sólo secundariamente interesados en lo que representa el santuario compostelano.

Desde la propia ciudad se alzaban voces desde principios de siglo reclamando que se fomentase el turismo, aprovechando sus grandes recursos patrimoniales. Algún canónigo de la catedral, como Carro García, llega a equipar turismo y peregrinaciones, reclamando que se potencien ambos elementos a nivel internacional.

La Iglesia no comenzará a observar la necesidad de separar turismo y peregrinación hasta el jubileo de 1965: “Aparentemente no se ha dado suficiente difusión al aspecto espiritual, al menos en los folletos conocidos”, señala el ex deán compostelano Jesús Precedo Lafuente al final de ese año, refiriéndose a la campaña promocional del Gobierno español. Sin embargo, esta cuestión no se expresará al más alto nivel -la voz del propio arzobispo compostelano- hasta después de la dictadura franquista. El Año Santo de 1976 fue el primero en el que esta discordancia se hizo notar. Se reclama a las autoridades civiles que diferencien con claridad los aspectos espirituales y turísticos. Será desde ese momento, especialmente durante los años jubilares habidos desde 1993, un tema recurrente. Pese a todo, la polémica nunca irá más allá de las acusaciones veladas, quizás por entender la Iglesia compostelana que la actividad turística promovida por las administraciones civiles acababa repercutiendo en la afluencia religiosa al santuario compostelano.

Pero si el debate entre turismo y peregrinación relacionado con el santuario compostelano se manifiesta en los años setenta y se hace patente desde el Jubileo de 1993, la dualidad turismo-peregrinación en el Camino de Santiago nace exclusivamente en este año citado. La masiva afluencia al Camino Francés desde esa fecha va a abrir con toda contundencia el debate sobre quien es peregrino -el que camina con un sentido trascendente de búsqueda- y quien es turista -quien lo hace por placer, simple afán cultural o aventura-. El debate se traslada a la propia forma de entender el trazado, los servicios y hasta las campañas de publicidad vinculadas a este itinerario.

Para los defensores de un camino preferentemente para peregrinos, el turismo y sus representantes, conocidos irónicamente como turigrinos, son una de las grandes amenazas de la Ruta. Mantienen que los primeros acabarán escapando del Camino, poniendo fin a su esencia y, por tanto, a su propia existencia. Para los segundos, el itinerario jacobeo se puede hacer en clave turístico-cultural. Sin embargo, de nuevo para los primeros la cuestión no es tanto la forma de entender el Camino como la ausencia total de reflexión sobre su significado y sentido histórico: el problema son, sostienen, quienes se lanzan a esta Ruta como podrían hacerlo hacia una playa o a una ciudad de vacaciones. La cuestión continúa abierta al final de la primera década del siglo XXI. [MR]


¿QUIERES DEJAR UN COMENTARIO?


**Recuerda que los comentarios están pendientes de moderación