Obispo de Iria y de la sede apostólica compostelana (1094-1095). A pesar de su breve mandato, este monje cluniacense pasó a la historia jacobea por lograr del papa Urbano II la consideración de Santiago como cabecera única del Obispado que hasta ese momento seguía teniendo como sede oficial la cercana localidad de Iria Flavia, en las inmediaciones de la actual villa de Padrón. Dalmacio logró esta concesión papal mientras asistía a un concilio convocado por el pontífice en Clermont (Francia), en el que se puso en marcha la primera cruzada para conquistar Tierra Santa.
Mediante la bula Veterum Synodalium (diciembre de 1095), el papa establecía la desaparición de la histórica sede de Iria, asumiendo la de Compostela todas sus propiedades y dominios. El nuevo obispado pasaba, además, a depender únicamente de la autoridad papal. A pesar de que los prelados de Iria residían ya en Compostela, dada su excepcional relevancia como sede del sepulcro de un apóstol de Cristo, la bula de Urbano II fue un paso muy significativo hacia el gran período de expansión e incremento de influencia y prestigio que iba a lograr la meta jacobea compostelana en el siglo XII. [IM]