XacopediaMendoza, Lope de

Arzobispo compostelano (Sevilla ?-1445). Ocupó este puesto eclesiástico entre 1400 y 1445. Es considerado el introductor del año santo compostelano en Santiago en torno al año 1428-1434. Pretendería así, imitando a Roma, facilitar la obtención de la indulgencia plenaria compostelana a un gran número de personas al incrementar a un año el tiempo en el que era posible hacerse con ella. De modo paralelo, fue uno de los arzobispos que más se esforzaron en mejorar la catedral, el entorno de esta y algunas de las principales villas del territorio de su diócesis.

Lope de Mendoza había nacido en Sevilla y era hijo del alcalde mayor de aquella ciudad. Fernán Pérez de Guzmán lo retrata como un hombre de clara y buena voluntad pero ni muy sabio ni muy constante. Su pontificado fue el más largo de la historia de la iglesia compostelana. Abarca casi medio siglo de una de las épocas más decadentes y turbulentas de dicha historia. Accedió al episcopado siendo joven, posiblemente con menos de treinta años, tras haber ejercido como obispo de Mondoñedo entre los años 1393 y 1399.

En los primeros años de su cargo se dedica a visitar por sí mismo la diócesis tratando de enterarse de los problemas y necesidades que aquejaban a sacerdotes, monjes y religiosos bajo su mandato. Fue la mejor época de su extenso mandato.

Sin embargo, su arzobispado y actuaciones no se limitaron al gobierno y administración de su diócesis ya que fue, también, un influyente y activo personaje en la complicada política hispana del momento. Después de estos primeros años participó de las intrigas y artimañas de la corte de Castilla, en la que mantuvo una presencia frecuente durante el reinado de Enrique III, en la regencia que precedió a la instauración de Juan II y durante su reinado. Esta implicación política dificultó su relación con la nobleza gallega y con el concejo de Santiago. “Su rotundo posicionamiento -afirma Yzquierdo Perrín- en unas circunstancias tan agitadas y convulsas tal vez contribuyó a que, posteriormente, se destruyeran o modificaran muchas de las realizaciones artísticas que promovió.”

Lope de Mendoza se ocupó de la seguridad y del abastecimiento necesario para la vida de los vecinos de Santiago, acometiendo reformas y tomando medidas capitales. Entre otras cuestiones abordó el suministro del agua, fijó los salarios de los artesanos y el precio de los productos más habituales y promovió diversas obras, no conservadas, tales como la reparación de las murallas y acueductos, el ensanche de la plaza del Castillo -actual del Hospital- y la construcción de un nuevo rollo.

A pesar de ello, despertó varias enemistades entre el pueblo compostelano, en especial entre los miembros de la corporación municipal. Los descontentos con el arzobispo, encabezados por Ruy Sánchez de Moscoso, fiel de Álvaro de Luna, aprovecharon una de sus prolongadas estancias en la corte castellana, adonde había acudido con motivo de la asunción del gobierno por parte del rey Juan II, para mostrar su desagrado y forzar el establecimiento de una nueva hermandad. Años más tarde, en 1422, estalló la revolución en Santiago y el poder del señorío fue sustituido por el de la Hermandad.

En el occidente de la Baja Edad Media los centros de culto más visitados fueron aquellos que ofrecían mayores gracias e indulgencias, acortándose los años en que el alma tendría que pasar en la “cárcel del Purgatorio” mediante limosnas y donaciones piadosas.

Es probable que el primer año santo jacobeo se celebrara en 1428 por concesión del papa Martín V, de modo que los peregrinos podrían beneficiarse de la indulgencia plenaria cualquier día del año jubilar, además del 25 de julio de los años ordinarios. Hasta entonces se podía obtener indulgencia plenaria cada 25 de julio, festividad de Santiago, lo que ocasionaba en ese día dificultades y problemas. No hay constancia documental de la supuesta -e imprescindible- concesión papal de este privilegio, pero lo cierto es que desde 1434 hay mención documental de la celebración con la regularidad con la que actualmente se conoce: cada 11, 6, 5 y 6 años.

Según Yzquierdo Perrín, la implantación de estos años de la Gran Perdonanza incentivó al prelado a proseguir su labor de organizar los gremios y controlar la producción y venta de los objetos que solían adquirir los peregrinos como recuerdo de su visita a Santiago.

La trascendencia de este arzobispo como posible impulsor del año santo o jubilar es capital, ya que estos años son una referencia clave para entender la pervivencia de la tradición jacobea, que salva las épocas de crisis de fe y decadencia, y para la continuidad de la Iglesia compostelana, que se nutría, ahora con método, de las donaciones de los fieles en busca del perdón.

Además de su intensa actividad en la corte y en la iglesia, Lope de Mendoza tuvo un gran celo constructivo, aunque casi ninguno de sus edificios ha llegado hasta la actualidad. Intervino arquitectónicamente en Muros, en la iglesia de San Martiño de Noia, en el castillo padronés de la Rocha Blanca, en el palacio arzobispal de Santiago y en la propia catedral, rematando algunas obras que a pesar de haberse iniciado con anterioridad, permanecían inacabadas, como el cimborrio. Pero, sin duda, la mayor obra acometida en la basílica fue la capilla funeraria, para que, entre otros usos, albergara su sepultura. Lope de Mendoza murió en 1445, antes de que el recinto, del que solo quedan escasos y parciales vestigios, estuviese terminado. Más tarde fue depositado allí, pero en el siglo XVII, cuando se reconstruyó el pequeño templo, sus restos fueron trasladados a un mausoleo de mármol de la catedral. [XIV]


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