XacopediaSusana, Santa

Patrona, con el apóstol Santiago, de Compostela. La iglesia de Santa Susana, situada en el punto más alto de la alameda de Santiago, es especialmente importante por su vinculación con la historia de la ciudad, ya que fue consagrada en el siglo XII por el arzobispo Diego Gelmírez, para acoger las reliquias traídas desde Portugal. La historia del robo de estas piezas a la ciudad de Braga, que en aquel momento se realizó por el interés de centralizar el culto en Santiago, motivó su devolución en los años noventa del siglo XX. Los restos robados pertenecían a Santa Susana, San Cucufate y San Silvestre.

Las crónicas de la época (s. XII) calificaron este acto de “pío latrocinio”, pero los bracarenses siempre lo consideraron un vulgar robo por intereses, ya que durante la Edad Media los cristianos solo peregrinaban a los lugares que tenían reliquias de santos.

El templo actual de Santa Susana en Santiago es una reconstrucción de los siglos XVII y XVIII, que conservó de la primitiva obra románica la puerta principal, algunos modillones y la ventana con su tragaluz. También mantiene la cruz gótica original sobre el ápice de la nave. La capilla fue fundada en honor de Todos los Santos y albergó desde el año 1102 las reliquias de Santa Susana, depositadas en ella por el propio obispo Diego Gelmírez. En el año 1105 fue reconstruida.

Santa Susana fue hija única del sacerdote romano Gavania, un familiar del emperador Diocleciano (284-305). Educada en el espíritu de la fe cristiana y dentro de las reglas de verdadera devoción, estudió diferentes ciencias y era considerada como una doncella muy instruida e inteligente. Físicamente muy bella, se distinguía por su castidad, firmeza en su fe y ferviente amor por Cristo.

Para consagrarse por completo a Dios, Susana se negó a la proposición de Diocleciano de contraer matrimonio con el futuro emperador Galerio y quiso permanecer virgen. Diocleciano, para inclinarla a aceptar el matrimonio, la instaló en su palacio y la trató de que su esposa, la reina Sirena, la convenciese para que se casara. Pero la emperatriz también era cristiana y se alegró de la firme decisión de la joven. Al saber por boca de su esposa de la persistencia en no contraer matrimonio por parte de Susana, el emperador ordenó que fuera devuelta a casa de su padre.

Maximiliano, hijo del emperador, visitó a Susana y la encontró rezando. Lleno del deseo deshonesto, quiso acercarse a ella pero, al ver sobre su cabeza un ángel que irradiaba una brillante luz, se asustó y huyó al palacio donde relató lo visto a Diocleciano. Este envió a un torturador llamado Macedonio a obligar a Susana a rendir culto a un ídolo. Tampoco pudo convencerla. Al enterarse, Diocleciano ordenó al inhumano Macedonio que la despedazase con una espada. [IM]


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