XacopediaÁzqueta

Población de 50 habitantes (570 m) del Camino Francés en Navarra. A 654 km de Santiago. Esta pequeña localidad del valle de Santesteban de la Solana aparece a unos 7 km después de la emblemática localidad de Estella y algo antes del monasterio de Irache. Conserva una iglesia dedicada a San Pedro del siglo XVI y varias construcciones de la misma centuria. Resultaba un simple lugar de paso del Camino al no ofrecer servicios. Todo cambió a mediados de los años ochenta del siglo pasado cuando comenzó a ayudar a los peregrinos Pablito el Varas, fallecido en 2022. Conocido por caminantes de todo el mundo, ha sido uno de los personajes más populares y entrañables del Camino de Santiago. También hizo conocida a Ázqueta.

Pablito el Varas//// Pablito -era su nombre de pila- Sanz Zudaire, conocido como Pablito el Varas o Pablito el de las Varas fue un auténtico pionero de la peregrinación jacobea contemporánea. Un día de 1966 decidió coger su bicicleta e ir en ella a Santiago. Se convirtió en uno de los primeros en utilizar este medio de transporte en el Camino. La experiencia lo convertiría en peregrino para siempre.

Fruto de ese sentimiento hacia el Camino, en 1986 surgió, por cosas del azar, la actividad que lo haría famoso y admirado: regalar bordones a los peregrinos. Todo comenzó cuando, como recuerda Ángel Luís Barreda en la revista Peregrino (1994), “unas jóvenes de Pamplona le pidieron que les hiciese ‘unos palos’ porque pensaban recorrer el Camino de Santiago y sabían que era costumbre llevarlos”. Hizo cinco de madera de olmo. Y pensó que podían ser útiles para otros peregrinos. Fue a buscar madera de avellano, por ser muy resistente y ligera, y preparó unos 80 bordones. El éxito del obsequio le obligó a volver pronto a por más. Y ya no paró. En el Año Santo compostelano de 1993, el primero de gran afluencia en el Camino Francés, regaló 900. Desde entonces fueron muchos miles más.

También enseñaba cómo usarlos: “Todo buen bordón -explicaba a Ángel L. Barreda- deberá sobrepasar al menos 20 cm de la cabeza de quien lo porte. La vara se sujeta a la altura del hombro y se deja resbalar a tanta longitud como permita dar tres pasos. Es bueno para mantener rígida la columna. Sirve para todo… Alegra el Camino”. No tiene substituto en ningún bastón moderno, sostenía Pablito. A Ander Izaguirre, de El Correo Digital, le añadía algo más: “La vara hay que saber agarrarla. En el llano, hay que cogerla a la altura del hombro. En las subidas, más abajo, a la altura del pecho. Y en las bajadas, más arriba, a la altura de la cabeza. También es importante acompasarla al andar”. Pablito escogía siempre el bordón que mejor se adapta a la altura, la mano, la complexión física y la forma de andar del peregrino o peregrina. Las varas de Pablito han acabado siendo objeto de culto.

También obsequiaba a cuantos lo visitan con conchas de peregrino recibidas de Galicia y calabazas para bebida realizadas al modo tradicional. Era también un pequeño rito sellar la credencial del peregrino en su casa. En otro tiempo, cuando era más joven, incluso invitaba a comer y dormir en nombre de la proverbial hospitalidad jacobea.

“La vida no es más que eso: asomarse al camino y echar una mano”, le comentaba a Ander Izaguirre este hombre que, como dicen en su pueblo, se hizo famoso por dar palos. [MR]


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