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Las relaciones de África con la cultura jacobea han sido mínimas a través de los siglos. Sólo la presencia de España y Portugal en el continente permite descubrir algunas huellas históricas, vinculadas sobre todo con la figura legendaria del Santiago caballero.

En el caso portugués se detectan varios ejemplos. El más significativo lo encontramos en Cabo Verde, donde los colonizadores lusos dieron el nombre de Santiago a la isla principal de archipiélago, colonizada en el siglo XV. Esta presencia también la encontramos en los territorios españoles situados en dicho continente: Ceuta, Melilla y Canarias.

Más allá de la crónica de algún viajero musulmán nacido en el norte del continente -el caso más conocido es el del ceutí Al-Idrisi- y de alguna visita esporádica de algún peregrino cristiano con raíces en países como Egipto y Etiopía, apenas existen testimonios de naturales de África relacionados con el mundo jacobeo.

Pero eso fue en el pasado. Desde los años noventa del siglo XX, como sucede con otros países y continentes, la dimensión global de la cultura jacobea se ha dejado sentir en este continente, sobre todo, relacionada con la peregrinación por el Camino de Santiago. Los datos de la Oficina del Peregrino compostelana -los únicos disponibles- son elocuentes, no tanto por su volumen como por su crecimiento. Los viajeros de origen africano pasaron de la ausencia total a principios de los años noventa a unas pocas decenas a finales de esa década, a casi el medio millar hacia 2010 y a rozar los dos mil en 2024. Eso sí, más de dos tercios son de nacionalidad sudafricana, país que cuenta con una activa asociación de peregrinos jacobeos. Otros países representados con unas pocas decenas hasta ese año son Marruecos, Argelia, Nigeria, Cabo Verde y Angola.

África, debido sobre todo a su dificilísima situación socioeconómica, es el continente que, con diferencia, menos peregrinos envía a Santiago.

Por formar parte de España, las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, en el noroeste del continente africano, conservan ciertos rasgos santiaguistas a través de la utilización político-militar de la figura del Santiago matamoros.

El caso más evidente lo encontramos en Melilla, en cuya conquista (1497) participaron caballeros de la Orden de Santiago. Como recuerdo de aquellos tiempos pervive la actual muralla defensiva, que tiene entre sus joyas la popular puerta de Santiago. Desde ella se controlaba el acceso por tierra a la ciudad. También se conserva una capilla dedicada al Apóstol. En 2025 se puso en marcha la denominada Vía Rusadir, que permite iniciar la ruta jacobea con un recorrido por la urbe melillense y recibir el primer sello en la credencial.

Son más numerosas las huellas jacobeas en las islas Canarias. Están casi siempre relacionadas con tradiciones nacidas en el contexto de la conquista española de este archipiélago, en el siglo XV. Destaca sobre todo la popular iglesia de Santiago de Gáldar, que cuenta con el privilegio de un año santo jacobeo propio cuando, como en Compostela, la festividad del Apóstol coincide en domingo. Situada en la isla de Gran Canaria, se ha impulsado a partir de ella una ruta de peregrinación jacobea por las islas: el denominado Camino de Santiago entre Volcanes.

En los últimos años ha crecido el número de peregrinos que desde los territorios españoles en África se desplazan a la Península Ibérica para realizar alguno de los caminos jacobeos. Aun así, ceutíes y melillenses son los que ocupan el último lugar en afluencia entre las comunidades autónomas debido a su menor población. Desde Ceuta y Melilla, las rutas jacobeas de enlace más próximas son las que parten desde las urbes de la costa andaluza. [MR]

V. Santiago de Gáldar, jubileo de.


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