Monje e historiador inglés (ca. 672-735). Autor de la monumental Historia ecclesiastica gentis Anglorum -Historia eclesiástica del pueblo inglés- fue el primero en señalar que el apóstol Santiago estaba enterrado en las tierras occidentales de la Península Ibérica.
Beda, cuyo rigor y conocimientos resultan especialmente destacables y llevaron a considerarlo el padre de la historia inglesa -disponía en la biblioteca del monasterio de Wearmouth-Jarrow, donde vivió, de una colección documental única para la época- partiría de distintas fuentes para su afirmación sobre Santiago. Posiblemente consultó el Breviario de los apóstoles (s. VI-VII), texto latino donde se afirma por primera vez que Santiago predicó en las tierras occidentales hispanas, y otras fuentes anteriores que desconocemos.
En todo caso, aporta dos conclusiones: una, ya conocida por el Breviario, es que el apóstol Santiago predicó en la Península Ibérica y la otra, la novedosa, que estaba enterrado en las tierras occidentales de Hispania. En el primer caso, Beda partiría del Breviario y de aceptar las imprecisas noticias sobre un reparto del mundo entre los apóstoles para extender la nueva fe. En ese reparto -señala- “Pedro recibió Roma; Andrés, Achaia [norte de Grecia]; Santiago, Hispania; Tomás, las Indias; Juan, Asia”, etc. En el segundo caso, la fuente es desconocida, aunque -dado el rigor de Beda- de existencia cierta, posiblemente oriental, según algún autor.
Las obras en las que incluye Beda estas dos citas de enorme valor para documentar y dar sentido a la tradición jacobea son la Homilía XCII sobre San Juan Evangelista y el Martirologio que lleva su nombre. En la primera señala: “Este [San Juan Evangelista] es el hermano del bienaventurado Santiago, cuyo cuerpo descansa en Hispania”.
En el Martirologio amplía los datos. Confirma la predicación y añade que los restos del Apóstol fueron enterrados en Hispania y posteriormente traslados y “escondidos en sus últimos límites frente al mar británico”. Los textos de Beda, escritos previsiblemente a principios del siglo VIII, son anteriores, por tanto, en unos cien años al descubrimiento en Compostela del sepulcro atribuido a Santiago. El monje inglés cita también en el Martirologio la festividad de Santiago el 25 de julio. [MR]