Xacopediabenedictio perarum et baculorum.

En español, la bendición de los zurrones y de los bordones. Entre las oraciones y liturgias específicas jacobeas, figuran las bendiciones de insignias y atributos de la peregrinación. En la misa del peregrino, que se ofrecía para la salida de algún colectivo o de una persona especial, primero se confesaba la persona que iba a realizar el viaje, después de rodillas y ante el altar, se producían los cánticos de la comunidad y del sacerdote; eran 7 salmos penitenciales, 1 letanía, 8 oraciones y otros 4 salmos. Más tarde, ya de pie, el obispo o el párroco le imponía el morral y le entregaba el báculo, en una ceremonia concreta que se denominaba benedictio perarum et baculorum -la bendición de los morrales y de los bordones-. Las fórmulas de esta ceremonia están recogidas en todas las liturgias de los libros de la Edad Media con las mismas palabras. Para el morral “[…] accipe hanc sportam habitum peregrinationis tuae […]”, para el bordón “[…] accipe et hunc baculum sustentationen itineris […]”

El Códice Calixtino reproduce las palabras de ese ritual del siguiente modo: “En nombre de Nuestro Señor Jesucristo, recibe este morral hábito de tu peregrinación, recibe este báculo que sea como sustento de la marcha y del trabajo, para el camino de tu peregrinación, para que puedas vencer las catervas del enemigo y llegar seguro a los pies de Santiago”. Más adelante, el mismo Códice señala de forma metafórica la eficacia de ambos atributos: el morral dice que es pequeña y módica despensa, el bordón o báculo lo considera defensa contra lobos y perros, además de tercer pie para sostenerse.

En la indumentaria del peregrino poco a poco se va generalizando, además de un abrigo corto para no entorpecer el caminar, el cual está provisto de esclavina o pelerina ribeteada para proteger más del frío, un sombrero de fieltro con amplia ala que proteja del sol y la lluvia. Estos elementos identificativos se acompañan, antes de salir del lugar de origen, y tras la ceremonia de bendición, de la esportilla para las limosnas y el bordón o báculo, según expresa Robert Plötz. Desde antiguo, tuvo la liturgia oraciones “pro fratibus in vía dirigendis” y así figura en el ceremonial de Roda del año 1038, donde se expone este rito de iniciación del peregrino, que se completa con la entrega del bordón y la esportilla. De la importancia del bordón para el peregrino, aún después de su peregrinación, sirve de ejemplo la infanta Isabel de Aragón, que luego fuera reina de Portugal y elevada tras su muerte a la categoría de santa por sus hechos, quien fue enterrada con el bordón que usó en su peregrinación a Compostela, el cual se encontró al abrir su tumba en el año de 1612, según consta en el acta que fue levantada en el momento de su apertura, detallando los pormenores sobre su medida y decoración. [IM]


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