Xacopediaara solis.

Los mitos y leyendas de la Costa da Morte, Galicia, sitúan el ara solis -el altar del sol- en el promontorio del cabo Fisterra, en el extremo noroeste de la comunidad gallega. Se trataría de un santuario precristiano dedicado al sol en el extremo occidental de la tierra conocida donde se ocultaba, sobrecogedor y con proporciones gigantescas, cada tarde.

Se ha relacionado el significado de este ara solis -el culto al sol en el espacio donde era visto por última vez y comenzaba el gran misterio, quizá el mundo de los muertos o la isla de la eterna juventud- con la inmemorial costumbre de muchos peregrinos de prolongar el Camino de Santiago, una vez llegados a Compostela, hasta Fisterra. Para las gentes medievales, la tierra extrema, donde todo lo conocido finalizaba, tenía que ser de necesidad un espacio para respetar, impresionante, misterioso y mágico. Una vez llegados a Santiago, el viaje a Fisterra sólo suponía un añadido más a la larga peregrinación desde cualquier punto de Europa. Es posible que varios de estos peregrinos medievales pudiesen todavía contemplar los restos del viejo altar pagano.

El ara solis del Finis Terrae galaico, posiblemente un monumento de influencias griegas, estaría formado, según algunos estudiosos, por cuatro columnas y una cúpula. No se conservan restos ni testimonios directos, mas sí una tradición continuada a través de los siglos que reforzaría la posibilidad de su existencia, dada la fortísima carga simbólica del lugar. Sólo en el promontorio de Fisterra se ocultaba definitivamente el sol y concluía la ruta de las estrellas, la ruta solar, la Vía Láctea. Era imposible seguir o ver más allá. Resultaba una cuestión existencial para los más remotos habitantes europeos y para los más antiguos peregrinos, puede que también para los actuales. Por eso se entiende la lógica del ara solis.

Se ha considerado la posibilidad de que sobre este remoto altar pagano se levantase la posterior ermita del peregrino San Guillerme, también hoy desaparecida. La tradición local lo que dice es que lo destruyó el apóstol Santiago arrojándolo monte abajo durante su predicación por este extremo occidental. Sin embargo, en la popularísima Leyenda áurea, del italiano Jacoppo de Varazze (s. XIII), se sostiene que hasta aquí envió la reina Lupa a los discípulos del Apóstol para que consultasen a Régulus, sumo sacerdote del ara solis, sobre su entierro en Compostela. [MR]


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