Xacopediacalzado

Los textos históricos de contenido jacobeo apenas ofrecen datos sobre el calzado de los peregrinos, al que parece que no se le concedía la relevancia de otros elementos de la indumentaria, como la capa, el bordón o el zurrón. La mayor parte de los peregrinos medievales viajaban descalzos. Si hemos de hacer caso a la iconografía, la sandalia era el calzado más común, sobre todo durante el medievo. Pese a las tremendas dificultades de caminar descalzos, el Codex Calixtinus lo recomienda en el siglo XII como vía de perfeccionamiento. “Los apóstoles fueron peregrinos, pues el Señor los envió sin dinero ni calzado”, se advierte en el libro I. A partir del siglo XV todo indica que el calzado se perfeccionó, aparecieron los botines y el número de peregrinos sin algún tipo de zapato disminuyó de forma drástica.

Hay noticias de la existencia de zapateros a lo largo del Camino de Santiago que centraban parte de su actividad en la atención a los peregrinos. Seguramente se dedicarían a atender a los de mayores recursos, y ya avanzada la Edad Media. En Astorga (Camino Francés) el gremio de zapateros arreglaba gratis el calzado a los peregrinos. Era frecuente que los artesanos que a lo largo del Camino se dedicaban a herrar caballerías, prestasen atención al calzado.

La precariedad del pasado contrasta con la sofisticación actual. Casi ningún peregrino inicia la ruta sin contar con botas especiales para la marcha. El calzado es hoy una de las preocupaciones principales del peregrino para evitar ampollas y molestias que a veces, casi siempre por falta de experiencia y cuidado, marcan gran parte de la experiencia caminera. [MR]


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