XacopediaSchönbrunner von Zug, Heinrich.

Militar de la ciudad de Zug, actual Suiza (s. XVI). Peregrinó a Santiago de Compostela en el año 1531 por motivos piadosos junto con varios compañeros, combinando el caballo y el barco como medio de transporte. Se tiene conocimiento de su periplo a través de su diario, publicado por Bonifaz Staub.

Partió hacia Compostela el 2 de febrero de 1531. Vía Einsiedeln viajó a la también suiza ciudad de Solothurn para encontrase con otros peregrinos de Luzerna, conformando entre todos un pequeño grupo de peregrinos. Pasaron por Borgoña a París y Tours. Desde Orleans a Blois, el grupo usó como medio de transporte un barco que navegaba por el río Loira. En Blois cambiaron de nuevo el agua por la tierra para poder llegar a La Rochelle. Según Von Zag, era muy grande el número de peregrinos que decidían realizar el camino en barco desde esta ciudad portuaria, a pesar de que no era una ruta más segura que la terrestre. Ellos dejaron sus caballos en la casa de un mesonero, además de un joven encargado del mantenimiento de los animales, y también embarcaron hacia A Coruña.

Lejos de ser un simple itinerario o descripción somera del viaje, el relato de Von Zug es un ameno libro de viaje. En él alude repetidamente a la ayuda que le ofrecieron Dios y Santiago para superar los infortunios que se encontró a lo largo del trayecto, lo que pone de manifiesto el trasfondo de religioso de su periplo. Incluye anécdotas y hechos cotidianos, todo tamizado por el filtro de su opinión y propia experiencia, deteniéndose en la narración de las travesías por mar y los contratiempos que estas originan con respecto a la peregrinación terrestre.

Sobre su viaje desde La Rochelle a A Coruña narra: “Soplaba un viento favorable y nos apresuramos para encontrar un pasaje. En otra nave desembarcaron 300 peregrinos. Encontramos un barco que quería salir a Portugal. Hicimos un contrato con el dueño del barco: para el viaje a A Coruña tuvimos que darle 68 ducados. Por la mañana, alrededor de las diez, ocupamos el barco y salimos con viento favorable. Por la tarde podíamos ver delfines y ballenas típicas de la región, lo que no impresiona mucho a los marineros, que siguieron su rumbo. Pero a media noche nos tocó un infortunio. Se rompió un ancla y nos sentimos muy preocupados porque tuvimos que irnos a donde Dios nos mandara. Cuando amaneció nos encontramos a la altura de una isla pero no quisimos atracar. Por lo tanto volvimos hacia La Rochelle. […] Estuvimos parados en La Rochelle hasta el 17 de marzo. Volvimos a embarcar y salimos. Ahora nos persiguió un barco pirata sin alcanzarnos.”

Una vez en A Coruña tomaron de nuevo unos caballos hasta llegar a Santiago el 21 de marzo:

“Encontramos a un buen posadero que nos prestó caballos para llegar a Santiago. Era una distancia de 12 millas. Y cabalgamos todavía en el mismo día ocho millas. A la mañana siguiente nos levantamos temprano, así que llegamos el martes a las siete a Santiago de Compostela. A todos nos entró una inmensa alegría. Y creo que quien pudiera peregrinar hacía allí, por la alegría grande, se sentiría como en su casa. Por lo tanto, hemos hecho la peregrinación con ayuda de Dios”. Permanecieron 3 días en Compostela.

De regreso tomaron el mismo trayecto que habían seguido para llegar. De camino a La Rochelle le acompañaron de nuevo desafortunados vientos que hacen que, en ocasiones, su texto tenga tintes aventureros: “Navegamos con viento fuerte hasta el viernes. Llegamos hasta las alturas de Bretaña. De repente el viento se puso malísimo y se levantó un viento fortísimo que a nosotros no se nos ocurría otra idea que morir y perdernos. Pero en nuestro apuro, Dios y Santiago nos ayudaron cuando levantamos la voz con gritos hacia el cielo, pues entró un esplendor en el barco que los “barceros” se alegraron mucho. Se encontraban 52 peregrinos en nuestra nave. […] Con nosotros navegaban dos barcos más; pero sólo uno pudo salvarse. El tercer barco, no tan lejos de nosotros, se hundió con hombres y bienes.” Una vez en La Rochelle recogieron sus caballos para volver a su lugar de origen. Entre la ida y la vuelta, la peregrinación duró casi doce semanas.

Von Zug era un ardiente defensor de la fe católica. Testimonio de ello son varias fundaciones y donaciones para instituciones eclesiásticas que hizo, además su peregrinación al sepulcro del Apóstol. Provenía de una familia de Zug vinculada con el mundo militar; siguiendo con esta tradición, desarrolló una relevante carrera militar. [XIV]


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