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País centroeuropeo donde estaba muy extendido el culto al apóstol Santiago durante la Edad Media. Por sus tierras pasan dos caminos de peregrinos a Compostela: la Vía Jacobi y el Camino Alto. La primera de estas rutas, con inicio y fin en el país helvético, abarca unos 725 kilómetros desde Rorschach, a orillas del lago Constanza, hasta Ginebra, pasando antes por Einsiedeln, Lucerna, Interlaken, Berna, Rüeggisberg y Lausana. El camino solía prolongarse hasta Santiago, partiendo de Ginebra rumbo a Francia -Vía Tolosana-.

En cuanto al Camino Alto, también conocido como Oberstrasse, fue una ruta popularizada ya en el siglo XV por el peregrino alemán Hermann Künig von Vach. Coincidente en gran parte con la Vía Jacobi, comienza en Einsiedeln y sigue por Lucerna, Berna, Friburgo y Ginebra, continuando después por Saboya y el valle del Ródano. En Ginebra recomienda su autor visitar la posada regentada por el alemán Peter von Freiburg, situada junto a una capilla de Santiago. Este itinerario se contrapone a la Niederstrasse o Camino Bajo, trazado que siguió Künig a su regreso y que culmina en Aquisgrán, Alemania.

En 1991, Wolfang Lipp exponía en su obra, Der Weg nach Santiago hasta seis rutas englobadas en ese Camino Alto medieval. La primera de ellas llega hasta Einsiedeln, otra culmina en Schaffhausen, mientras que otras dos llegan hasta la urbe de Basel [Basilea].

Con todo, autores como Klaus Herbers señalan que es más apropiado referirse a lugares con tradición jacobea que hablar propiamente de caminos a Compostela por Suiza, ya que son escasos los datos que permiten establecer un itinerario claro y definido.

Los nobles germanos Zimmer Johann Werner, Schweikhard von Gundelfingen, Georg Truchsess y otros siguieron la Oberstrasse de camino a Compostela en torno al siglo XVI. La comitiva disponía de médico y capellán propios. También recorrió el trazado descrito por Künig años antes el alemán Sebastián Oertel, quien peregrinó a Santiago de Galicia en otoño de 1521. Al igual que su antecesor, escribió una guía de su viaje en la que mencionaba casi las mismas localidades que Künig. Siglos antes, concretamente en el año 1279, se conoce la noticia de un vecino de Zurich, Heinrich Waliser, que había hecho el viaje hasta Galicia.

Con todo, el caso más curioso de la peregrinación a Compostela lo viven tres ciudadanos suizos -Jacques Goetschmann, Pierre Aebischer y Ulrico Zosso- en el siglo XIX. Llegados a una aldea española, sus habitantes trataban a los peregrinos con recelo al creer que estos eran franceses, rememorando así las tensiones surgidas durante la Guerra de la Independencia. Cuando los tres hombres revelaron que procedían del cantón suizo de Friburgo, los españoles montaron en cólera, puesto que un regimiento de esa zona se asentó en la aldea. Huyeron de la localidad y regresaron el 6 de abril de 1833 a su patria con los documentos que certificaban su estadía en Compostela.

Otros cuatro peregrinos son mencionados en una canción suiza que relata un hecho milagroso. El grupo fue interceptado en su camino a Compostela. A pesar de la carta de recomendación que portaban fueron detenidos, llevados a la cárcel y finalmente ahorcados. Por intervención de Santiago la rama se partió y los peregrinos fueron salvados de la muerte. En agradecimiento, los cuatro prosiguieron su marcha a Galicia portando la cuerda en la mano.

Con todo, otras canciones se referían también a la hospitalidad que brindaban los ciudadanos helvéticos a los peregrinos jacobeos:

Entramos en el país de los suizos,
nos dan la bienvenida
y nos dan su comida.
Nos dan un lecho para dormir,
y nos indican los caminos a seguir.

Precisamente en los últimos años de la Edad Media se fundan en Suiza algunas cofradías consagradas a Santiago.

Tras la Reforma protestante, los peregrinos jacobeos serán tratados en ciudades como Berna y Friburgo como pordioseros. Algunas ciudades prohi-bían su alojamiento en el interior de la urbe, incluso impedían que pidieran limosna a no ser que juraran que habían sido peregrinos también el año anterior. Una carta del 29 de abril de 1523, procedente del Gobierno de Berna, aducía las siguientes razones para llevar a cabo tales restricciones: “Oímos muchas quejas sobre los peregrinos jacobeos extranjeros y los mendigos, que salen de los caminos indicados y se acercan a las haciendas y casas alejadas para mendigar y robar”. También se taparon con cal numerosas representaciones murales, como las que plasmaban la famosa leyenda jacobea del ahorcado.

El monasterio de Einsiedeln, fundado en el año 934 en la localidad homónima, se erige como el principal punto de partida de la Ruta Jacobea en Suiza. Situado en el lugar donde sufrió su martirio San Meinrado (año 861), se decía que el mismo Jesucristo había erigido el santuario para su madre. Precisamente en su interior cobija una milagrosa Virgen negra. Fue reconstruido entre los años 1074 y 1735, y años más tarde se edificó la plaza que lo circunda. Tras su sexta reconstrucción se pueden observar numerosos añadidos barrocos, sobre todo en el interior, ya que la fachada del templo se muestra más bien austera.

El santuario mariano constituye, asimismo, el lugar donde confluyen multitud de vías secundarias que parten de diversas ciudades suizas, entre ellas Appenzellerweb, Thurgauer, Klosterweg y Sankt Gallerstrasse. Incluso desde Austria, Alemania, Polonia y la República Checa salían peregrinos camino de este centro de devoción a la Virgen. Cada año se llegaba con facilidad a las 100.000 visitas durante el medievo. A día de hoy, la media anual se acerca a las 200.000.

La caravana de caminantes más antigua se remonta al año 1337. Una de las mayores afluencias al santuario se produce en 1466. En las dos semanas de septiembre que duraba la “bendición de los ángeles” se vendieron cerca de 130.000 emblemas que representaban un ángel, cuya fabricación era explotada en régimen de monopolio por los monjes de Einsiedeln.

La popularidad del santuario llegó a convertirlo en uno de los destinos de referencia de la peregrinación por penitencia. Una sentencia de 1428, recabada en la ciudad alemana de Heidingsfeld, condenaba al culpable de un homicidio a saldar su crimen con la compra de una cruz de hierro, diez kilos de cera para las misas del difunto y tres peregrinaciones: una a Compostela, otra a Aquisgrán y otra a Einsiedeln.

Además de Einsiedeln, otra de las principales ciudades en el Camino es Basilea, la tercera en población de Suiza. Curiosamente, entre las construcciones más destacadas de la ciudad se encuentra el estadio de fútbol de Saint Jakob Park, sede del FC Basel.

En Friburgo, una pequeña ciudad situada en el cantón del mismo nombre, destaca el hecho de que, además de a Santa Catalina, tenga como patrón a San Nicolás de Bari, uno de los más conocidos santos camineros. La urbe alberga una catedral gótica fundada bajo esta advocación a finales del siglo XII. La población es aún a día de hoy mayoritariamente católica. Cerca de esta ciudad, en Tavel, hay una capilla consagrada a Santiago el Mayor, que hasta el siglo XIX se erigía como punto importante en el camino. Hasta el año 1857 se celebraba la fiesta de Santiago. En ese año fue prohibida por los abusos cometidos tras la ceremonia religiosa. Además, en el pueblo de Rüti bei Büren se conserva una de las representaciones de la leyenda del gallo, la gallina y el ahorcado, tapada con cal durante la Reforma.

En 1984, coincidiendo con la visita de Juan Pablo II a Einsiedeln, se creó el proyecto Caminos a través de Suiza, que pretendía la revitalización de la Ruta Jacobea y otros itinerarios de importante valor histórico y cultural. El Inventaire des Voies Historiques de la Suisse (IVS) puso en marcha este proyecto a principios de los años noventa. Uno de sus primeros antecedentes fue el artículo Caminos jacobeos a través de Suiza, publicado por la Oficina Nacional de Turismo de Zürich en 1985. De esta forma, quedaban documentadas las huellas del Camino desde Roschach hasta Ginebra. Otro artículo publicado en 1987 en un periódico suizo provocó el debate sobre la protección del Camino. La valoración por parte de la sociedad de su legado histórico fue acrecentándose a medida que aumentaban los reconocimientos al trazado jacobeo -por ejemplo, el nombramiento como Primer Itinerario Europeo por parte del Consejo de Europa-.

En los primeros años de la década de los noventa se llevó a cabo la señalización del Camino a su paso por el cantón de Turgovia, el saneamiento de un puente cerca de Friburgo y la reparación de una parte del trayecto entre esta ciudad y la de Schwazenburg. También se publicaron mapas con explicaciones sobre la Ruta Jacobea y presentó una exposición en Schwarzenburg (1993).

En la actualidad Suiza cuenta con una asociación encargada de la recuperación del espíritu peregrino. Se trata de Les Amis du Chemin de Saint-Jacques, sociedad fundada en Lausana el 31 de enero de 1988. A principios de los noventa ya contaba esta organización con 250 miembros. Además de promover la publicación de guías de temática jacobea, la creación de albergues y la definición de los trazados que cruzan la nación helvética, es responsable de la publicación del boletín Ultreïa.

Entre 2006 y 2008 obtuvieron la compostela un total de 3.162 ciudadanos suizos, produciéndose en 2008 la mayor afluencia -1.246 visitantes-. En estos cuatro años citados, casi 1.200 peregrinos recibieron el citado documento tras partir de Suiza.

Como curiosidad, aún a día de hoy se conserva en el cantón de Berna la tradición de mirar a dos montañas de los Prealpes para observar “la mancha de Santiago” [Jakobsfleck]. Se auguran malos presagios durante ese año si la nieve no desaparece de este pequeño valle antes del 25 de julio. [SOB]

V. Alto, Camino / Einsiedeln, monasterio de / Künig von Vach, Hermann


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