Xacopediaperegrino, indumentaria del

La costumbre y las propias exigencias del Camino de Santiago fueron imponiendo una serie de elementos característicos en la indumentaria de los peregrinos medievales [indumenta peregrinorum]. Este equipo permitía identificarlos más fácilmente para poder acceder a los servicios específicos de atención que les ofrecía la Ruta, pero también informaba sobre sus motivos espirituales. Era, en este sentido, una especie de hábito cuya significación iba más allá del uso de unas prendas y complementos apropiados para realizar el Camino.

El equipo tradicional de referencia -capa, esclavina, sombrero, calzado- experimentó pocos cambios a lo largo de los siglos, desde que tomó forma más o menos definida en el siglo XI hasta el final ya irremediable del periodo histórico de las peregrinaciones por el Camino, en la segunda mitad del siglo XIX. La vestimenta era muy semejante a la de quienes se dirigían a otros centros de peregrinación -Roma, sobre todo-. Hay que señalar, en este sentido, que era frecuente el viaje de una persona a más de un santuario. Esta indumentaria-tipo era adaptada por cada caminante a sus propias necesidades, procedencia, recursos económicos y forma de entender la peregrinación, por lo que su variedad era notable.

Sólo el renacer en el siglo XX del fenómeno y los avances modernos llevaron a un concepto de indumentaria completamente nuevo, aunque las características de la peregrinación y el propio hecho de hacerla caminando -o incluso en bicicleta- siguen exigiendo una serie de peculiaridades en el atuendo.

Es en la primera mitad del siglo XII cuando encontramos en el Codex Calixtinus las primeras alusiones al equipo de viaje de los peregrinos jacobeos, sobre todo en lo que se refiere a dos complementos indispensables de la indumentaria peregrina, el bordón y el zurrón, a los que se les concede una gran fuerza simbólica y espiritual. En cuanto a las prendas de vestir, las menciones son mucho más escasas. Se deduce, por indicaciones indirectas, que eran de uso común la capa y el sombrero, pero poco más. Otras fuentes así lo confirman, al tiempo que ofrecen información sobre calzado y otros elementos.

La capa, que no debía ser excesivamente larga para facilitar el paso; la esclavina, una sobrecapa pequeña para proteger los hombros del frío y la lluvia; el sombrero, destinado a guarecer del agua y el sol, y que para cumplir mejor esta misión comienza a aumentar el ala en el período de la Baja Edad Media; el calzado, en forma casi siempre de sandalias, aunque era frecuente ver a peregrinos descalzos; el zurrón a modo de pequeño bolso de viaje de cuero para llevar algún alimento o documento, y el bordón, para ayudarse en el Camino ante dificultades y peligros, eran los elementos característicos de la indumentaria de los peregrinos europeos que se dirigían a Santiago en esta época. Ya en el viaje de vuelta, y a veces también en el de ida, la concha de vieira complementaba esta indumentaria como emblema jacobeo de referencia, adornando el sombrero y la esclavina, y en ocasiones la capa y el zurrón.

En los siglos siguientes, este equipo sufre pequeñas adaptaciones a las modas, pero sin variar sus elementos característicos. Las mujeres llevaban una vestimenta semejante con falda. Así se mantendrá hasta casi el siglo XX, cuando aún se constatan ejemplos próximos al atuendo aquí descrito.

Desde el siglo XVI la indumentaria del peregrino no siempre tuvo connotaciones positivas, al acabar siendo usada por mendigos y otras gentes de condición dudosa para aprovecharse de los servicios que hospitales y centros religiosos prestaban en la Ruta Jacobea con una mayor frecuencia y magnanimidad que en otros caminos. Esto llevó a que a finales del siglo XVI el rey español Felipe II llegase a prohibir este atuendo, aunque sin mucho éxito. Así lo describe en ese siglo, en una de sus diversas variaciones, una canción germana recogida por los estudiosos alemanes Robert Plötz y Klaus Herbers:

¡El que quiera ser desdichado,
que se anime y sea mi compañero
por los Caminos de Santiago!
Que lleve dos pares de zapatos
y una escudilla con una cantimplora.
Que lleve un sombrero de ala ancha
y también una buena capa
guarnecida de cuero.
Tanto si llueve como si nieva o sopla el viento
para que el aire no se la lleve.
Que no falte el fardel y el bordón
y que no olvide confesar […]

En los dos siglos siguientes la vestimenta peregrina sigue apareciendo en obras de arte -escultura, pinturas, etc.-, relatos y publicaciones europeas de media Europa.

La indumentaria y sus complementos permitían ser reconocidos como peregrinos, lo que facilitaba en muchas ocasiones el paso por los caminos y la atención hospitalaria. Pero también llegó a tener una gran fuerza simbólica: era un medio en el camino hacia Cristo, a través de la intercesión de Santiago. En este sentido, sus elementos más característicos bien podían entenderse como atributos o una especie de hábito. Algunos de sus complementos, como el bordón y el zurrón, se bendecían antes de la partida, atribuyéndoles poderes espirituales, tal y como destaca el Codex Calixistinus en el célebre sermón Veneranda dies.

No era infrecuente que algunos peregrinos al llegar a Santiago quemasen parte del atuendo como señal del inicio de una nueva vida. La cruz dos Farrapos de la catedral compostelana nació con ese sentido, aunque no se conozca el uso que llegó a tener. Un número mucho mayor -hay ejemplos en varias partes de Europa- cedían sus ropas a alguna iglesia como una especie de exvoto y, sobre todo, era frecuente guardarlas como un tesoro para amortajarse con ellas. Se han encontrado numerosas sepulturas con restos alusivos.

En la segunda mitad del siglo XX, con el resurgir del viaje a pie por el Camino de Santiago -una peregrinación que combina ahora la tradición religiosa con la faceta turístico-cultural- el atuendo tradicional fue definitivamente reemplazado y convertido sobre todo en material de consumo para turistas, especialmente el sombrero, el bordón y la capa con esclavina. El peregrino moderno, como es bien sabido, viste habitualmente equipo deportivo o semideportivo específico para caminar y con una variedad que en nada recuerda a la indumentaria histórica. Jerseys, camisetas, pantalones especiales cortos o largos y ligeros chubasqueros sustituyeron a la capa y a la esclavina; pequeños sombreros y gorras -o nada- al eficaz pero incómodo sombrero de ala ancha; y la mochila repleta al pequeño zurrón. Sólo el bordón conserva todavía algún protagonismo, así como el indispensable complemento de la concha. [MR]

V. bordón / calabaza / capa / cruz dos Farrapos / esclavina / peregrino, atributos del / peregrino, calzado del / Roque, San / Santiago peregrino / sombrero / zurrón


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