XacopediaAcibechería, praza da

En español, plaza de la Azabachería. Es una de las cuatro plazas que circundan la catedral de la ciudad de Santiago de Compostela. Está situada ante la puerta norte de la basílica, conocida como A Acibechería -La Azabachería- y el Paraíso -durante la Edad Media- entre otras denominaciones. Se trata de una pequeña plaza de origen medieval que desde principios del siglo XVIII se funde con la contigua praza da Inmaculada.

A pesar de sus cortas dimensiones y a que, a veces, se solapa bajo la denominación de praza da Inmaculada es, desde el punto de vista del peregrino, la más significativa plaza jacobea compostelana: en ella se abre la puerta por la que han entrado históricamente en la basílica los peregrinos del Camino Francés. Fue el punto de conexión con la catedral y el sepulcro de Santiago para los caminantes medievales. Desde el siglo XVI, pero sólo durante los años santos, muchos escogen también el simbólico acceso de la Puerta Santa, abierta en la praza da Quintana en esa centuria.

Debido a su función trascendental, la Azabachería fue la primera plaza urbanizada de la ciudad. Su nombre actual -se constata hacia finales del s. XVI- se debe a que en esta zona -y en la calle inmediata con la misma denominación- se concentraban los artesanos del azabache que elaboraban con este negro y hermoso lignito todo tipo de joyas y esculturas para los peregrinos.

Hasta finales de la Edad Media se referían a este lugar como la puerta septentrional, francígena o de Francia, ya que era la habitual de los peregrinos del Camino Francés: “Cuando nosotros, los de nación francesa, queremos entrar en la basílica del Apóstol, entramos por la puerta septentrional”, señala tajante el libro V del Codex Calixtinus (s. XII) atribuido al poitevino Aymeric Picaud. Se la designó en algún otro momento como la plaza de los cambios, porque en ella actuaban los cambiadores de moneda para los peregrinos.

Pero, sobre todo, este acceso a la catedral se conoció en la Edad Media como la plaza del Paraíso -“Paradisus” la llama el Codex Calixtinus- haciendo honor al programa iconográfico románico que acogía la fachada norte de la catedral, centrado en buena medida en el tema del Paraíso terrenal y en el pecado que llevó a la expulsión de él de Adán y Eva, dando paso a la decrepitud del tiempo, al sufrimiento y a la muerte.

Para Serafín Moralejo, era de un claro mensaje para el peregrino: recordaba el destino errante del hombre como consecuencia de aquel primer y superlativo pecado. Una representación de Dios se superponía a esa maldición asegurándole al peregrino la posibilidad de cruzar el umbral de la puerta, entrar en el templo y seguir hasta el sepulcro de Santiago. En este sentido, resultaba también un simbólico espacio-meta, el momento de la entrada en la casa del Apóstol con el objetivo cumplido. En esta plaza el peregrino sentía estar, al menos por unos momentos, en su paraíso celestial particular, alcanzado tras la penitencia y los sufrimientos del Camino.

Durante la Edad Media, el lugar limitaba con otra fachada referencial: la del principal hospital de peregrinos de la ciudad, desaparecido en el siglo XVI. Estaba en el espacio hoy ocupado por la praza da Inmaculada y la fachada del monasterio de San Martiño Pinario.

Hacia el centro de A Acibechería se situaba la famosa y desaparecida fuente del Paraíso. En ella los peregrinos medievales bebían y simbólicamente se purificaban antes de entrar en el templo.

Por Aymeric Picaud sabemos que este importantísimo espacio -mimado como el gran lugar de recepción de visitantes que era- estaba ya adoquinado en el siglo XII y que en él, además de cambiar moneda, se vendían a los peregrinos los emblemas de Santiago y las conchas de vieira, pero también botas de vino, zapatos, zurrones de piel de ciervo, correas, cinturones, hierbas medicinales, etc.

En 1499 el alemán Arnold von Harff destaca que en la plaza del Paraíso seguía existiendo un gran mercado de conchas, que los peregrinos compraban con avidez y colgaban de sus sombreros, como muestra de haber realizado la peregrinación. Por estos tiempos, el comercio del recinto lo protagonizaban los artesanos del azabache, que tenía una gran acogida entre los visitantes. La huella de esta actividad sobrevivía a finales del siglo XIX y se extendía por la contigua praza da Inmaculada.

Hoy quedan reminiscencias de aquel comercio. El extremo este de la plaza lo siguen ocupando los antiguos y pequeños puestos de los azabacheros, construidos en granito en el siglo XVIII-XIX y que continúan conservando parte de su tipismo. En ellos se venden ahora variados recuerdos jacobeos. Sobre estos puestos se sitúa una pequeña explanada a modo de mirador, desde la que se accede a la praza da Quintana.

En cualquier caso, el perímetro arquitectónico central de A Acibechería lo sigue conformando la fachada norte catedralicia. La actual, que sustituyó a la original románica en la segunda mitad del siglo XVIII, combina restos barrocos con remates neoclásicos. De la vieja fachada, que fue derribada alegando su mal estado de conservación, sólo se salvaron algunas esculturas reubicadas en el exterior de la otra puerta del crucero de la catedral -As Praterías- donde hoy se pueden contemplar. A pesar de su enorme relevancia histórica, la irreparable pérdida del programa iconográfico románico, convirtió la puerta de A Acibechería en la menos emocionante de la basílica.

Resulta paradójico que, entre los motivos alegados por el Cabildo catedralicio para la construcción de una nueva y más imponente fachada, se cite que era la más habitual para la entrada de los peregrinos y extranjeros y para el acceso de los arzobispos de la ciudad a la catedral, desde el inmediato palacio arzobispal. Su significación jacobea apenas sobrevive, desnaturalizada, en la estatua de Santiago peregrino que la culmina y en las de los dos monarcas cristianos situados a sus pies -Alfonso III el Magno y Ordoño II- claves respectivamente en los siglos IX y X en el impulso del santuario compostelano.

Necesitada de una mayor atención y puesta en valor, no es difícil, sin embargo, intuir la vieja emoción de los peregrinos medievales en este reducido lugar. Algo murmura magia, algo hace visibles las sombras del pasado. Sobre todo, cuando conocida la historia de este lugar, se llega a él como peregrino, por el camino más largo.

Situándose en la praza da Acibechería de espaldas a la catedral, sube a la derecha la calle del mismo nombre y enfrente se abre la praza da Inmaculada, grande y luminosa en comparación con la anterior. En la Edad Media, el actual espacio de A Inmaculada estaba ocupado en gran parte por el más importante hospital de peregrinos de la ciudad, el de Santiago, como ya comentamos. Hereda del barroco su composición arquitectónica, dominada por la imponente fachada del monasterio de San Martín Pinario. Recibió su actual configuración ajardinada en los años setenta del siglo XIX.

Para muchos, el ámbito de las dos plazas -A Acibechería y A Inmaculada- resulta un único recinto, a pesar de que la historia del Camino deja bien claro que no es así. De hecho, el conjunto se identifica oficialmente como una única plaza: A Inmaculada, con este nombre desde 1854, cuando el dogma de la Inmaculada Concepción se impuso a la agonizante tradición de Santiago. Pero es necesaria la diferenciación para entender el conjunto en clave jacobea. Decíamos que no acaba de resultar perfecto este espacio. Pero hoy, como en la Edad Media, la emoción del peregrino que baja por la rúa da Acibechería y lo descubre de pronto como el último paso, cansado, emocionado, solitario, entre un montón de turistas y curiosos que durante gran parte del año allí se concentran, sigue cerrando el círculo. [MR]

V. azabache / Paraíso, fuente del / Santiago, hospital de


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