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La evangelización de Noruega tuvo mucho que agradecer a la fundación de la iglesia de San Clemente en Nidaros, actual Trondheim, en el año 997. Con todo, se da durante estos años un periodo de dualidad en lo religioso, puesto que el establecimiento del cristianismo no conseguirá desplazar en un principio a la religión pagana. Cabe destacar en este apartado el curioso caso escandinavo. Mientras en el resto de Europa el catolicismo fue escalando casi siempre desde los estamentos más pobres hasta la realeza, en Escandinavia se produce el proceso inverso: desde las clases dirigentes se conmina a las masas a adoptar la nueva fe. En este aspecto, resulta clave la labor evangelizadora llevada a cabo por el rey Olaf el Santo (995-1030). Se cree que fue bautizado en Rouen y que se convirtió al cristianismo a raíz del martirio del arzobispo inglés Alphege, también llamado San Aelfheah. El peregrinaje hasta la tumba de este rey noruego fue habitual a partir del año 1030 y en los siglos posteriores. Incluso llegó a haber seis iglesias erigidas en honor de este santo en Inglaterra. En cuanto al Obispado noruego de Nidaros (San Olaf), en el año 1152 fue elevado a la categoría de Arzobispado, de manera que dejó de depender de Alemania y Dinamarca. Bajo el Arzobispado de Nidaros se adscribían también los territorios de Islandia, Groenlandia y los archipiélagos de las islas Feroe, Orcadas y Hébridas.

Por otra parte, también hay que mencionar la fundación de los primeros monasterios a partir de finales del siglo XI y primera mitad del XII, entre otros el cenobio cisterciense de Lysa, localidad próxima a Bergen. Fundado en el año 1146 por iniciativa del obispo Sigurd de Bergen, posibilitó de manera decisiva el intercambio cultural entre Noruega e Inglaterra.

En un principio, las expediciones a Compostela procedentes de países nórdicos tuvieron en Noruega su enclave más activo, seguido de Dinamarca. Asimismo, durante esta era dorada de las peregrinaciones, muchos de los caminantes partían también de Islandia, las islas Feroe y las Orcadas, por aquel entonces colonias noruegas. El trazado seguido por la mayoría de los peregrinos combinaban necesariamente itinerarios y marítimos y terrestres.

La visita a Santiago podía durar semanas o incluso meses, hasta que los viajeros decidían emprender su camino rumbo a Jerusalén.

Precisamente el primer viaje de un peregrino escandinavo a Galicia es el que realiza el rey noruego Sigurd Jorsalafar, conocido como el “peregrino a Jerusalén”, en el otoño de 1108. Así, tras emprender rumbo a Tierra Santa a la cabeza de una expedición que no buscaba otra cosa que grandeza y riquezas, su segundo gran peregrinaje lo llevó hasta Compostela. El sacerdote Einar Skulisson relató en verso el viaje del monarca:

Y nuestro rey,
que consiguió el mejor reino bajo el sol,
permaneció el invierno siguiente en el País de Santiago
con sabios pensamientos en su mente.
Opusiste el valor del rey
a la versatilidad del conde
¡Tú, águila del ejército, señor alerta,
deléitate con el botín!

El rey llegó así a una tierra, Galicia, gobernada por un conde que le facilitó provisiones durante el invierno. La carestía y pobreza sufridas a partir de las fiestas navideñas llevó al monarca y a su séquito a saquear el castillo del conde, práctica por otra parte frecuente en las primeras expediciones escandinavas peninsulares. En el viaje de regreso cabe mencionar el enfrentamiento de Sigurd con una horda de vikingos, a los que arrebató ocho galeras. Su labor evangelizadora lo llevó a arrasar un castillo en una localidad española no identificada, matando a todo aquel que se negara a recibir el bautismo. En el año 1111 regresará a Noruega por Alemania.

Esta peregrinación pionera fue rememorada por el islandés Snorri Sturluson en el año 1230 en su obra Heimskring. Desde su periplo por tierras compostelanas, el monarca y sus descendientes adquirieron un aura de prestigio, tal y como revelan documentos posteriores. Entre todos ellos destaca el relato de otro islandés, Sturla Zórdason (1214-1284), autor de la Saga del rey Hákon IV (1264). En el libro narra como la princesa Cristina, hija del rey Sigurd, llega hasta Valladolid tras dos años de viaje para desposarse con el infante Felipe, hermano de Alfonso X. Zórdason glorifica así a la estirpe en su obra: “Se cree que nunca se hizo desde Noruega un viaje con séquito que fuera recibido con semejantes honores desde la expedición del rey Sigurd a Jerusalén.”

Otro peregrino famoso fue el conde Rögnvald III, apodado el Santo y canonizado por el papa Celestino III. Realizó el viaje en el año 1151 desde las islas Orcadas. Este archipiélago, adscrito por aquel entonces al dominio noruego, fue antaño un enclave del que partieron varias expediciones hacia Compostela. Gozaban de gran fama sus astilleros, razón por la que en estas islas se reunían viajeros procedentes de diversos países escandinavos para emprender juntos el camino.

En lo que al viaje del conde Rögnvald se refiere, coincide en muchos aspectos con el realizado por Sigurd. La expedición de Rögnvald III, formada por quince barcos, parte en el otoño de 1152 desde el archipiélago, llegando a Galicia el 20 de diciembre de ese mismo año. La ciudad a la que arriban no está identificada.

Célebre sin duda es también la expedición que San Andrés de Slagelse emprendió rumbo a Tierra Santa a principios del siglo XIII. Canonizado tan sólo en la tradición oral de la población danesa de Slagelse, el santo peregrinó a Jerusalén acompañado de doce ciudadanos oriundos de esta localidad. Una vez en allí, durante el día de Pascua, se levantó un fuerte viento, por lo que sus compañeros apuraron su regreso a Dinamarca. San Andrés decidió quedarse para celebrar la santa misa al lado del sepulcro de Jesucristo. Al salir del templo y ver que todos ha-bían partido, tuvo la aparición de un jinete montado a caballo que lo invitó a subir. Aquel mismo día llegó volando, a lomos del animal, hasta Slagelse. Al siguiente día el caballo lo llevó hasta Santiago de Compostela y en el camino de vuelta visitó la tumba de San Olaf en Noruega. El milagroso peregrinaje fue célebre durante este siglo XIII. El dominico belga Tomás de Cantimpré (1201-1263) incluye un relato sobre los hechos en su Bonum universale de proprietatibus apum (1256-1261). También a mediados de este siglo XIII peregrina una noruega llamada Regnhilda desde la ciudad de Trondheim, en la Diócesis de Nidaros.

Una de las muestras más importantes del patrimonio cultural jacobeo de Noruega se encuentra en la catedral y centro de peregrinación de Nidaros. El edificio, originado en el siglo XI en torno a la tumba de San Olaf, conserva una representación del Santiago peregrino en su inmensa fachada occidental. Se trata de una imagen diseñada por Nic Schioll y esculpida por Jakob Ankile. En lo que al patrimonio monumental se refiere, tan sólo se conoce la existencia de cuatro templos bajo la advocación de Santiago, aunque E. S. Engelstad considera que habría muchas más, puesto que poco se sabe de las 337 iglesias que había en territorio noruego durante la Edad Media.

La toponimia también se ha hecho eco de este culto a Santiago, concretamente en dos caseríos que reciben los nombres de Gallis [Galicia] y Jacksland [País de Santiago]. Curiosamente, yendo hacia la segunda de estas poblaciones una calle luce un letrero que reza Jaklandsvej, que significa ‘Camino del país de Santiago’. De la misma manera, en los cementerios de ambas localidades es frecuente observar los apellidos Jacksland y Gallis.

Por otra parte, la presencia de la vieira jacobea también se hace patente en la heráldica y en la sigilografía de la monarquía noruega, igual que sucede con la sueca y con la danesa. Los gremios y cofradías de Noruega ofertaban por aquel entonces protección al peregrino, tal y como venía documentado en sus estatutos (s. XII).

Se conservan algunos vestigios de cánticos peregrinos en estas latitudes. Resultan de especial mención las canciones de las islas Feroe, antiguo enclave noruego y a día de hoy archipiélago que forma parte de Dinamarca. Estos temas tienen sus raíces entre otros motivos, en una Jakobs saga postola traducida al latín. La conocida como Santa Jákups vísa o Canción de Santiago cuenta como el Apóstol pide ayuda al Señor para llegar hasta Galicia. Llegará hasta su destino final en una barca de piedra, que lo transportará durante más de quinientas millas. Una vez en Galicia resucita al hijo del rey, muerto en el fondo del mar, consiguiendo así la cristianización de la Monarquía y el ejército del lugar.

Otras sagas famosas son la Tveggia Postola saba Jóns ok Jakobs [Saga de los dos apóstoles Juan y Santiago] y la Sankt Jakob den äldres saga [Saga de Santiago el Mayor], obras traducidas del latín y del francés. El filólogo noruego C. R. Unger también editó en 1860 la Saga de Carlomagno, cuyas aventuras fueron claves en la configuración de una imaginería jacobea.

Directamente desde la literatura noruega destacan las sagas de Olaf, del rey Sigurd y de las islas Orcadas, esta última editada en Islandia. No han sido traducidas y las menciones a temas jacobeos son muy limitadas.

El recorrido seguido por los caminantes históricos procedentes de Noruega, así como de otras naciones escandinavas como Suecia e Islandia, se iniciaba por mar hasta los principales puertos daneses, como Aalborg. Esta ruta, conocida con el nombre de Haervej [camino de la tropa y camino de los bueyes] sigue hacia la ciudad alemana de Schleswig y de allí continúa hasta Lübeck y Hamburgo. A partir de aquí los caminantes podían marchar en barco desde las urbes hanseáticas o seguir por la Vía Turonense, nombre que recibe por visitar, entre otras ciudades, la localidad francesa de Tours. A continuación, se adentraban en España siguiendo el Camino Francés. Hoy algunos peregrinos deciden realizar itinerarios parecidos, aunque la mayoría de los noruegos parten de Francia o España.

Existe en este país una asociación de amigos del Camino, la Pilegrims-fellesskapet Saint Jakob o Confrater-nity of Saint James of Norway, fundada en el año 1996.

Entre las iniciativas llevadas a cabo en los últimos años destaca la grabación del documental In Between, realizado por el peregrino Pilskog Sturla. Siguió la ruta desde Saint-Jean-de-Pied-de-Port, en Francia, en compañía de Mari Bjørnstad. El hecho de llevar un equipo de cámara de unos 25 kilos provocó que el viaje se alargara hasta las siete semanas de peregrinación. El filme se presentó durante el verano de 2009. Es conocida también la película The Road to Santiago (2006), dirigida por el ci-neasta de Oslo Sigurd Mikal Karoliussen.

La llegada de peregrinos durante la primera década del nuevo milenio no ha hecho sino crecer. Así, en el año 2006 fueron 373 los noruegos que recibieron la compostela, mientras que en 2007 fueron 628 y 718 en 2008.

En el otoño de 2006 y durante el verano de 2009 se organizaron expediciones a Compostela con reclusos, un recuerdo de las antiguas peregrinaciones impuestas en algunos países del norte de Europa. [SOB]

V. Jorsalafar, Sigurd


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