XacopediaBronseval, Claude de

Secretario del abad del monasterio Bernardo de Clairvaux, Edme de Salieu. Claude de Bronseval (s. XVI) viaja a España acompañando a su abad en la visita que realiza en 1532 para asistir a los capítulos generales de la Orden del Císter en España y Portugal, en un momento además muy convulso, ya que eran las vísperas de la fusión de los monasterios del Císter en la congregación de Castilla. El objetivo primordial de la visita de Edme era pulsar la situación antes de esa fusión. Bronseval anotó todas las peripecias del viaje que, a su regreso, fueron recogidas minuciosamente en su Incipit Peregrinatio Hispanica. El documento permaneció inédito hasta su descubrimiento en 1944 por Émile Jalibois y fue entregado al historiador cisterciense Dom Maur Cocheril para su estudio y publicación (1970).

La visita en España comenzó por Cataluña -Montserrat- siguió por Levante para subir ya hacia Galicia y, más tarde, Portugal. Bronseval se detiene, como es lógico debido a que era el motivo fundamental del viaje, en detallar los diferentes acontecimientos acaecidos en las visitas a los monasterios, pero no deja de anotar, en su periplo hacia Santiago, sabrosas noticias en todo lo que respecta al itinerario y, más aún, a los alojamientos y hospederías del Camino, donde, atendiendo a los lamentos de Fray Claude, vivieron un auténtico suplicio. Así, tras visitar Carracedo, acceden a Galicia por La Faba y O Cebreiro para, una vez llegados a Ligonde, desviarse al gran monasterio cisterciense de Sobrado, no sin antes calificar Fray Claude, muy en su línea crítica respecto a los alojamientos, de auténtica Jezabel a la hospedera de Portomarín. De Sobrado se encaminan ya a Santiago donde los monjes se alojan en la Posada del Ángel, “sórdida, pobre, llena de humo y tinieblas, pestilente y maldita”.

Describe a continuación Compostela como ciudad más llena de franceses que de gallegos, citando luego la competencia que Toulouse mantenía con esta urbe respecto a las reliquias del apóstol Santiago. Tras celebrar misa Edme en la capilla del rey de Francia, de la que destaca los escudos con la flor de lis, nuestros viajeros abandonan Santiago para no volver, encaminándose hacia Portugal por el viejo itinerario portugués, en un viaje que, atendiendo a Fray Claude, fue un auténtico calvario. En Padrón declara que los trataron muy mal y en Caldas de Reis señala: “No encontrábamos alojamiento y un clérigo que nos vio vagabundeando nos ofreció una casa vacía donde fuimos miserable y pobremente tratados, nosotros y nuestros caballos”.

Se desvían al monasterio de Armenteira para tornar a Pontevedra, donde prosiguen los lamentos: “¡Sólo Dios sabe como fuimos tratados en esta villa!”. Menos mal que en Redondela, donde también estaban en precario, un peregrino que volvía de Roma y Francia les dejó su casa “en recuerdo de las buenas posadas de nuestro país”. Las calamidades prosiguen en Tui: “Los de allí se burlaban de nosotros como si fuéramos bárbaros o sarracenos”, para acabar, como si un destino maldito los guiara, su calvario gallego en una posada donde “pasamos la noche a la manera de los gallegos, entre porquería y malos olores”. [JAR]


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