XacopediaCataluña

Tiempo después del hallazgo del eremita Paio, en el primer cuarto del siglo IX, del sepulcro que contenía los restos del apóstol Santiago, desde tierras de Cataluña partían hacia Compostela los romeus de Sant Jaume catalanes y los llegados a través del Mediterráneo a los puertos de Barcelona y San Carles de la Ràpita, procedentes de Grecia, Italia, las islas de Baleares, Sicilia, Córcega, Cerdeña o Chipre. También se incorporaban desde Francia, a través del Coll de Panissars o del Coll d’Arles, al camino iniciado en Barcelona, y desde Puigcerdá iban a Montserrat, pasando por Sant Jaume de Frontanyà.

Desde Barcelona, por el Camino de Sant Jaume, los peregrinos recorren 1.130 km hasta la catedral de Santiago si eligen la ruta que, desde Tárrega, continúa hasta Jaca, donde se une al Camino Francés; si optan por la alternativa que va por Lleida y se junta en Quinto de Ebro con el Camino del Ebro, que en Logroño se encuentra con el Camino Francés, los kilómetros recorridos son 1.090.

La vía que llega hasta Jaca abandona Cataluña por la localidad de Alfarrás, que celebra cada 6 de diciembre la fiesta de San Nicolás de Bari, cuyo santuario, situado a la orilla de la Ruta Jacobea, es citado en el Códice Calixtino, cuando se advierte a los que viven en sus inmediaciones de que no engañen a sus peregrinos, porque estarían haciéndolo con los mismos santos y los tendrían “como acusadores delante del Señor”.

Por su parte, la última localidad catalana que atraviesa el itinerario que va por Lleida es Alcarrás, que tiene una iglesia bajo la advocación de la Asunción de la Virgen, cuya escena, según los Evangelios Apócrifos, fue contemplada por Santiago y los demás apóstoles, que la acompañaron en este trance después de recibir la llamada del Espíritu Santo.

El Camino del Ebro sigue río arriba su estela, desde su desembocadura en Sant Carles de la Ràpita hasta Logroño, donde se une al Camino Francés y se encuentran todos los peregrinos procedentes de Cataluña. Desde Sant Carles de la Ràpita se recorren hasta Santiago 820 km. Esta Ruta Jacobea abandona Cataluña por Gandesa, que tiene también una iglesia románica dedicada a la Asunción de María.

Los dos caminos jacobeos procedentes de Cataluña (el de Sant Jaume y el del Ebro) están relacionados con la presunta labor evangelizadora de Santiago por tierras del Ebro. En el Breviarium Apostolorum, que data de finales del siglo VI, es donde por primera vez se le atribuye por escrito a Santiago la predicación en Hispania y en las regiones occidentales, y San Isidoro de Sevilla (560-636), en su obra De ortu et obitu sactorum patrum, asegura también que el apóstol Santiago sembró la semilla del evangelio en tierras hispanas y en los pueblos de las regiones occidentales, donde llevó la luz de la predicación.

Así, una leyenda habla de que el Apóstol, cuando difundía el mensaje de Cristo cerca de Lleida, se clavó una espina en un pie. Como era de noche, no podía arrancársela y el fuerte dolor que le causaba le impedía caminar para ir en busca de ayuda a la ciudad. Entonces, un ángel se le apareció con un farolillo y la luz que le proporcionó le permitió extraer la espina que tanto daño le provocaba. En recuerdo de este milagro, en el año 1400, según consta en una inscripción, se levantó en Lleida, sobre una antigua mezquita, la ermita de la Mare de Deu de les Neus, también conocida como del Peu del Romeo, que acoge una imagen del santo quitándose la espina ayudado por la luz del farolillo del ángel. Además, en la víspera de la fiesta de Santiago, los niños de la ciudad salen en procesión con sus farolillos, les fanalets de sant Jaume, alumbrando la imagen del santo y cantando: “Sant Jaume ve de Galicia, / Sant Jaume ve d’Aragó, / per portar als fills de Lleida / la fe de Nostre Senyor”.

Por otra parte, el Camino del Ebro no puede dejar de relacionarse con la aparición de la Virgen a Santiago en Zaragoza, a orillas del río, donde, según la tradición, le mandó construir el primer templo mariano de la cristiandad. La devoción a la Virgen del Pilar es una constante en tierras catalanas y en todo el Camino del Ebro. En el siglo VII, Máximo, obispo de Zaragoza (592-616), escribió en una crónica en la que se recogen los hechos más destacados de su episcopado que existía en Zaragoza un célebre y sagrado templo dedicado a la Madre de Dios y mandado edificar por Santiago.

Todos los romeus de Sant Jaume procedentes de Barcelona se dirigían a Montserrat. Muchos comenzaban allí su peregrinación a Compostela. Desde principios del siglo IX, cuando unos niños pastores encontraron la imagen de la Virgen en una cueva, se levantó en ese lugar la ermita de Santa María de Montserrat. Se convirtió en un importante centro de peregrinos que iban a venerar a la Virgen y que desde allí partían hacia Santiago de Compostela, donde llevaban la noticia de los milagros obrados por mediación de la Moreneta y propagaban su devoción desde Compostela a todo el orbe cristiano.

En el siglo XI se instaló en las inmediaciones del santuario el monasterio benedictino de Santa María, cuyos monjes se encargaron de dar albergue y atención a los muchos peregrinos que llegaban a Montserrat procedentes de Barcelona.

En el año 959 el abad Cesáreo peregrinó a Compostela desde el monasterio de Santa Cecilia de Montserrat para lograr el apoyo de Sisnando II (952-968), obispo de Santiago, y poder así restaurar en su favor la dignidad metropolitana de Tarragona. Este cenobio benedictino de Montserrat se ocupaba también de dar acogida a los peregrinos.

El número de peregrinos que partían de Cataluña no debía de ser pequeño, ya que en el códice XLVIII del Misal de Vic -datado en 1038 y conservado en la Biblioteca Capitular de Vic- se hace referencia a un ritual de despedida a los peregrinos a Santiago de Compostela, según el cual, el obispo les entregaba el bordón y la escarcela, como símbolos de su viaje piadoso, después de darles la bendición: “Surgentes a terra imponat eis episcopus sive presbyter sportas et det baculum dicens: In nomine Domini Iesuchristi accipe hanc sportam habitum peregrinationis […]” [el obispo o un sacerdote impone la escarcela a los peregrinos y les da el bordón, diciéndoles: recibe esta escarcela como hábito de tu peregrinación].

Este mismo rito está recogido en los ceremoniales de Roda y Lleida, también del siglo XI, o en el de Tortosa, en Tarragona, del XIV, y es citado en el Códice Calixtino: “En nombre de nuestro Señor Jesucristo, recibe este morral hábito de tu peregrinación, para que castigado y enmendado te apresures en llegar a los pies de Santiago, a donde ansías llegar, y para que después de haber hecho el viaje vuelvas a nuestro lado con gozo, con la ayuda de Dios, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén”. “Recibe este báculo, que sea como sustento de la marcha y del trabajo, para el camino de tu peregrinación, para que puedas vencer las catervas del enemigo y llegar seguro a los pies de Santiago, y después de hecho el viaje, volver junto a nosotros con alegría, con la anuencia del mismo Dios, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén”.

En el año 1032, el abad Oliba consagraba el monasterio benedictino de Santa María de Ripoll depositando en su altar mayor una reliquia del apóstol Santiago; durante su abadiato se alcanzaron los 246 manuscritos conservados en su scriptorium.

Desde este cenobio peregrinó a Santiago de Compostela el monje Arnau del Mont en 1172. Quedó fascinado por el Códice Calixtino y copió íntegros sus libros segundo, tercero y cuarto, y parte del primero y el quinto en un manuscrito que enriqueció el scriptorium del monasterio y que ahora se conserva en el Archivo de la Corona de Aragón, en Barcelona.

En un concilio celebrado en 1173 en Lleida, se decretó una protección especial para los peregrinos y se constató la necesidad de proporcionarles albergue y seguridad. Esta labor fue desarrollada en muchas localidades catalanas de los caminos de Sant Jaume y del Ebro por los caballeros de la Orden del Temple o de San Juan de Jerusalén, como por ejemplo en San Carles de la Ràpita, Amposta, Tortosa, Lleida, Cervera o Batea, entre otras. Además, en el siglo XII, el Cabildo de la catedral de Lleida había auspiciado en la Pia Almoina, anexa a la seu, un comedor para peregrinos, pobres y enfermos que funcionó hasta el siglo XIV, cuando esta práctica fue sustituida por el pago de una limosna a los necesitados para sufragar su manutención.

En este refectorio, hay unas pinturas murales, de principios del siglo XIV, realizadas al fresco donde se representa la escena de unos peregrinos, caracterizados por símbolos jacobeos como el bordón, el sombrero o la concha de vieira, a los que se les da de comer.

La hospitalidad con los peregrinos también fue impulsada por Pedro IV (1336-1387), que encomendó la distribución de la almoina, limosna en catalán, a fray Guillem Daudé, monje del monasterio de Poblet; las cantidades eran repartidas entre los romeus a las tres ciudades santas de Roma, Jerusalén y Santiago de Compostela.

La devoción se manifestaba a través de las representaciones artísticas de iconografía jacobea, como el retablo realizado a finales del siglo XIII o principios del XIV en iglesia monacal románica de San Jaume de Frontanyà, hoy conservado en el Museu Diocesà i Comarcal de Solsona, que recogía la escena del milagro del ahorcado -difundido por el Códice Calixtino-, el desembarco en el puerto de Iria de los restos mortales del Apóstol o su traslado en un carro arrastrado por bueyes salvajes, milagrosamente amansados, hasta el palacio de la reina Lupa; también el retablo de la Transfiguración del Señor en el monte Tabor ante Santiago, Juan y Pedro, de la catedral de Tortosa.

El Camino dejaba su huella en iglesias y centros monásticos puestos bajo la advocación de Sant Jaume, de la Virgen del Pilar y en escenas relacionadas con Santiago como la Ascensión del Señor y la Asunción de la Virgen, o de santos vinculados al mundo de las peregrinaciones a Compostela, como San Martín, la Magdalena, San Nicolás de Bari, San Roque, etc.

En el siglo XVIII, cuando ya el número de peregrinos a Santiago desde tierras catalanas había decrecido considerablemente, el obispo de Lleida, Gregorio Galindo (1736-1756), pidió al Cabildo compostelano, en 1755, una reliquia de su santo patrón Santiago, según se recoge en el Libro de actas capitulares (1750-1756), que se conserva en el Archivo Histórico Diocesano de la Catedral de Santiago de Compostela. Se da fe de una reunión del 8 de abril de 1755 en que se leyó la carta de solicitud y de otra posterior en la que fue leída la carta de agradecimiento “por la Santa reliquia de nuestro Santo Apostol que se ofreció”.

Recientemente, el moderno templo de la Sagrada Familia de Barcelona, diseñado por Gaudí, iniciado en 1880 y que todavía se encuentra en construcción, no deja de representar escenas como la Ascensión del Señor a los Cielos, la Asunción y Coronación de la Virgen María o la Última Cena, en las que participaron Santiago y los demás apóstoles. Además, dedica al Apóstol una de las doce columnas que rodean el crucero, y a la diócesis compostelana, otra de la nave central. En el exterior, una de las torres de la fachada de la Gloria se realizó en honor de Santiago el Mayor.

Desde mediados del siglo XX los catalanes visitaron con frecuencia la catedral de Santiago. Lo hicieron sobre todo durante los años santos compostelanos. Hubo sonadas peregrinaciones de la ciudad de Barcelona y desde otros lugares. También estuvieron los catalanes entre los primeros en realizar el Camino de Santiago coincidiendo con su renacer en la segunda mitad del siglo XX. Hay referencias de peregrinos catalanes en ruta cuando menos desde el Año Jubilar de 1965.

En la primera década del siglo XXI los catalanes han sido, sólo por detrás de los madrileños, los peregrinos españoles más frecuentes en el Camino, seguidos de cerca por los andaluces. Influye en esta afluencia la elevada población de Cataluña, pero es un hecho que estamos ante una de las comunidades cuya presencia ha crecido más en los últimos veinte años. A principios de los noventa superaban a los catalanes una media de cinco comunidades, pero ya a finales de esa década se situaron en la segunda posición. [JS/MR]

V. Sant Jaume, Camí Catalán de


¿QUIERES DEJAR UN COMENTARIO?


**Recuerda que los comentarios están pendientes de moderación