Rey de España (Valladolid 1605-Madrid 1665). Reinado: 1621-1665. Hijo de Felipe III y Margarita de Austria, comenzó a reinar tras el fallecimiento de su padre, recién cumplidos los dieciséis años. En 1608 juró como príncipe y futuro rey de España, concepto que incluía Portugal, con su extenso imperio.
La Ofrenda Nacional al Apóstol Santiago fue instituida en 1643 por este monarca. En aquel momento existía una polémica en torno al carácter exclusivo del Apóstol como patrón de España. El Voto de Santiago vino a zanjar esta disputa de forma definitiva a favor del Apóstol. De este modo, se restablece en su reinado la primacía de Santiago como patrón de España. También concede la Cédula de Hidalguía a Diego Velázquez como caballero de la Orden de Santiago en 1659. Francisco de Quevedo, también santiaguista, escribe al rey Felipe IV: “Dios hizo a Santiago patrón de España, que no existía entonces, para que cuando llegue el día pudiera interceder por ella y volverla otra vez a la vida con su doctrina y con su espada.”
Parte de los habitantes cristianos de los territorios españoles tenían que pagar el Voto de Santiago a la Iglesia del Apóstol. Los Reyes Católicos habían extendido este compromiso al Reino moro de Granada, y el rey Felipe IV, en 1643, lo hace a todos los reinos de España. Es de forma simbólica, mediante la Ofrenda Nacional que establece en 1643, cada 25 de julio. Las Cortes españolas, en 1646, instauran una segunda ofrenda del reino a Saniago, cada 30 de noviembre, para conmemorar la traslación de sus restos de Jerusalén a España. Ambas ofrendas, con múltiples contratiempos, han logrado sobrevivir hasta el presente.
Felipe IV donó en 1665 a la catedral compostelana un repostero de la serie napolitana, entre otros objetos. Antes, al subir al trono, había regalado a la basílica una joya llamada doblón, que según explica Braña en 1875 “era un disco de oro de dos pies de diámetro, que tenía grabado en el anverso las armas reales”.
Por los intereses de la monarquía, se concertó el primer matrimonio de Felipe IV con Isabel de Borbón (1615), a una edad muy temprana, con diez y doce años respectivamente. En 1648 se casó con Mariana de Austria y de ambos matrimonios nacieron doce hijos, de los que solamente tres sobrevivieron: María Teresa, futura esposa del rey de Francia Luis XIV, cuyo matrimonio permitió el acceso de los Borbones al trono de España; Margarita Teresa y el futuro Carlos II. Además, tuvo varios hijos naturales, de los que el más célebre fue Juan José de Austria (1629-1679), fruto de una relación con una conocida actriz, la comedianta Josefa Calderón.
El monarca fue un mecenas de las artes y las fiestas en la corte, promoviendo la creación literaria, artística y teatral. Al igual que Felipe III, cedió los asuntos de Estado a la figura de los validos como favoritos reales, entre los que se puede destacar el conde-duque de Olivares (1621-1643), que intentó acaparar las principales funciones del gobierno de la Monarquía. Los influyentes personajes de la corte confiaban que el nuevo soberano llevaría a la monarquía hispánica a recuperar el prestigio y poder de tiempos pasados. Pronto se desvanecieron las expectativas.
El reinado de Felipe IV, que intentó tener un carácter reformista, afrontó una recesión económica, con cuatro bancarrotas de la Real Hacienda (1627, 1647, 1656 y 1662). La crisis económica, que también se dejó sentir en Europa, tuvo una mayor repercusión en España. La agresiva política exterior pretendía mantener la hegemonía española en el continente y para ello no se escatimaron recursos para los dos conflictos principales (las Provincias Unidas y Francia): tregua de los Doce Años con las Provincias Unidas (1621), rendición de Breda (1624-1625), Guerra de los Treinta Años (en apoyo de los Habsburgo austríacos), Guerra de Sucesión de Mantua (1629-1631), conflictos bélicos con Inglaterra y Francia, etc.
Los reinos de la Corona de Aragón se levantaron cuando se les reclamó una aportación para financiar las campañas europeas; en 1640, los principados de Cataluña y Portugal se rebelaron contra Felipe IV. Los segadores congregados en Barcelona con motivo de la procesión del Corpus Christi se sublevaron y, tras asesinar al virrey, proclamaron la secesión de Cataluña.
El Tratado de Westfalia (1648) reconoció la independencia de las Provincias Unidas mientras que por la Paz de los Pirineos (1659) España cedía a Francia el Rosellón, parte de Cerdeña y los Países Bajos.
En los últimos años del reinado, la monarquía entró en una profunda recesión y crisis, en la que la autoridad real estaba cuestionada por amplios sectores sociales. En el mismo año que muere Felipe IV (1665) se produce la derrota de España ante Portugal. Los cuarenta y cuatro años de reinado de Felipe el Grande sellan la pérdida de la hegemonía española en Europa ante la indiferencia de una empobrecida población. [IM]