XacopediaOfrenda Nacional al Apóstol Santiago

Denominación que recibe la donación realizada a la catedral de Santiago de Compostela cada año por la Corona o el Gobierno español, según los distintos momentos históricos, para ayudar al sostenimiento del culto a Santiago. Fue instituida por el rey Felipe IV en junio de 1643 y se presenta en la basílica compostelana cada 25 de julio, festividad del Apóstol.

La Ofrenda nació con la intención indirecta de compensar a la Iglesia compostelana y al propio santo por los duros años que habían vivido desde finales del siglo XVI, en el que se había puesto en entredicho la tradición compostelana y el propio patronato español de Santiago. Incluso en el mismo 1643 determinados sectores presionaban a la Corona para situar como patrón al arcángel San Miguel. En todo caso, a los ojos compostelanos se presentó como un ejemplo de la devoción del monarca al Apóstol.

El primer oferente (1643) fue el capitán general de Galicia y gran prior de Navarra, Martín de Redín, nombrado por designación real. Resaltó que la Ofrenda se establecía por los favores que “en todo tiempo” el rey Felipe IV había recibido del Apóstol y por los recibidos por sus antecesores “por tantos siglos”. Le contestó el arzobispo del momento, Agustín de Spínola.

La Ofrenda, instituida a perpetuidad, se mantuvo sin grandes sobresaltos hasta el año 1812, cuando se propuso y aprobó en las Cortes de Cádiz su supresión. La deriva conservadora del rey Fernando VII evitó que la medida se consumase. Sin embargo, en 1869, durante el gobierno revolucionario, se anuló la contribución -no la Ofrenda en sí- alegando motivos presupuestarios. En Santiago se interpretó como una supresión de facto y así se le comunicó al Gobierno. De nuevo los vaivenes políticos permitirán su continuidad, cada vez más alicaída y menos solemne, hasta que durante la Segunda República, a principios de los años treinta del siglo XX, el Gobierno central renuncia a su derecho a presentar oferente.

La nueva crisis la trata de salvar la Archicofradía del Apóstol Santiago, institución tradicionalista compostelana que se encarga en esos momentos y durante unos años de organizar la ceremonia. Busca para ello a representantes de las principales instituciones santiaguistas españolas: en 1934 realizan la Ofrenda los Caballeros de la Orden Militar de Santiago; en 1935 la encargada fue la Congregación de Caballeros de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza. Las dificultades terminan cuando el 21 de julio de 1937 el dictador Francisco Franco, en plena Guerra Civil, publica un decreto mediante el que restaura la Ofrenda como obligación institucional -considera que España está en deuda con el Apóstol-. El mismo texto establece como fiesta nacional española la fecha del 25 de julio, día de Santiago y de la presentación de la Ofrenda.

Fue el propio Felipe IV quién fijó en mil escudos de oro el valor material de la Ofrenda. Era una cantidad significativa para la época, aunque no desmesurada, según los cálculos comparativos que se han realizado y los efectos que esta aportación produjo en la catedral compostelana. La historiadora Ofelia Rey Castelao considera que a pesar de su modestia, la Ofrenda llegará a significar a mediados del siglo XVIII y comienzos del XIX “más de la cuarta parte de los ingresos de la fábrica” catedralicia. En este significativo resultado influyó, sin duda, la escasez de recursos que recibe el templo justamente en dichos periodos, ante la crisis del Voto de Santiago y la disminución de las peregrinaciones.

En 1937, al reactivar Franco la Ofrenda, se volvió a fijar en los mil escudos de oro originales. Cuenta José María Díaz, deán de la catedral compostelana, que cuando en 1961 se intentó actualizar su cuantía se calculó que su valor no superaba las 10.000 pesetas [60 euros], una cantidad ya en ese momento poco más que simbólica.

Aunque Felipe IV llegó a pensar en presentar él mismo la Ofrenda, no lo hizo ningún monarca español hasta avanzado el siglo XIX. Tampoco hubo visitas de los reyes durante tan largo periodo de tiempo. El primero en hacerlo fue, en 1877, el rey Alfonso XII, que visitó Santiago ese año gracias a las gestiones del arzobispo y cardenal compostelano Payá y Rico. Como 1877 no fue año santo, hubo que esperar hasta 1909 para ver un monarca realizando la Ofrenda en período jubilar. La hizo ese año el rey Alfonso XIII.

Durante el franquismo fue el propio dictador el que se reservó el privilegio de presentarla durante todos los años santos celebrados desde 1984 hasta su muerte en 1975. En los demás años los delegados regios solían ser los capitanes generales de la VIII Región Militar (Galicia) o del Departamento Marítimo de Ferrrol. Desde 1976 es el rey Juan Carlos quien designa a los delegados regios. Con frecuencia los elegidos son las principales autoridades de Galicia, el alcalde compostelano y otras autoridades del Estado. Durante los años santos celebrados desde su llegada al trono -1976, 1982, 1993, 1999 y 2004- el propio monarca ha sido el oferente.

La ceremonia de la Ofrenda consiste desde sus inicios en la entrada solemne en la catedral del delegado designado o, en su caso, del propio rey o jefe del Estado del momento y la simbólica presentación de la Ofrenda durante la misa. El oferente realiza una invocación al Apóstol a la que responde el arzobispo compostelano.

En 1646 las Cortes establecieron una segunda ofrenda en honor a Santiago. Se fijó en 8.000 reales de vellón y se mandaba presentar cada 30 de diciembre, día en el que la Iglesia compostelana conmemora, desde la Edad Media, la Fiesta de la Traslación. En ella se celebra el milagroso viaje del cuerpo del apóstol Santiago de Palestina a España. [MR]


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