Escultor (ss. XI-XII) que trabajó en Tierra de Campos y Aragón, donde creó una escuela que se propagó por los principales templos románicos del Camino de Santiago. Su impronta se distingue por originales capiteles y canecillos.
Es autor, entre otros, del capitel ubicado en origen en el arco triunfal de San Martín de Frómista (ca. 1090), actualmente situado en el Museo Arqueológico Provincial de Palencia. Tal como demostró Serafín Moralejo, su original figuración está inspirada en un sarcófago romano del siglo II, en el que se relataba la Orestíada (Museo Arqueológico Nacional de Madrid). Esta pieza procede de la colegiata de Santa María de Husillos (Palencia), a unas cinco leguas de Frómista, y había sido reutilizada a finales del siglo X como sepulcro del conde de Monzón, Fernando Ansúrez, fundador de la colegiata entre el 960-967.
Allí lo vio precisamente el maestro de Frómista-Jaca, activo en Tierra de Campos y Aragón, que incorporó a su repertorio de escultor la organicidad de los desnudos, el esquema quiástico corporal, las alborotadas cabelleras, las figuras agachadas, el brazo que acerca la serpiente, así como los motivos de los paños colgantes, traducidos, sin embargo, en este caso, en una boca vomitando ponzoña que encontramos en iglesias del Camino de Santiago entre finales del siglo XI e inicios del XII.
Para Javier Martínez de Arrigue Aldaz, en su artículo Componentes foráneos en el románico navarro: coordenadas de creación y paradigmas de estudio, se trata de un ejemplo de como un spolium in se, es decir, la reutilización física de una pieza antigua en un nuevo contexto medieval, puede llevar a la creación de un spolium in re, consistente en un nuevo empleo admirativo del estilo, los motivos y el tema de esa obra, en el que el artista, a través de la imitación, realiza una expoliación conceptual y ecléctica de su objeto de inspiración.
Esta pieza tendrá una gran proyección de futuro en el seno de la escultura monumental románica del Camino de Santiago. De hecho, el maestro de Frómista-Jaca se traslada a tierras aragonesas, concretamente a la catedral de Jaca, donde desarrolla su actividad desde antes de 1094. Allí realiza una magnífica serie de capiteles de origen clasicista, que permite acceder a otros repertorios del arte antiguo.
Hace madurar un vocabulario y una sintaxis propias que conforman el denominado estilo jaqués, difundido con agilidad a lo largo del Camino de Santiago, del que se encuentran ecos en Toulouse, Carrión, Nogal de las Huertas, León, Santiago e incluso en zonas adyacentes al Camino, como el románico cántabro.
El hecho de que al maestro de Frómista-Jaca tan sólo se le hayan podido atribuir en la iglesia palentina los dos capiteles del arco triunfal no deja de ser un síntoma de una intervención puntual, posiblemente condicionada por su participación en una empresa de mayor envergadura: la catedral de Jaca. En este sentido, la presencia de un tímpano con crismón en el acceso interior de la torre norte de Frómista corroboraría su vinculación con Aragón, pues este era el motivo central elegido en la fachada occidental de la catedral aragonesa.
Del mismo modo, cuando se estudian las reminiscencias de su estilo, la conexión aragonesa aparece recurrente. Tal es el caso de los capiteles de la capilla de Santa Fe en la Catedral de Santiago (ca. 1095-1101), atribuibles a los trabajos del maestro Esteban, o de los capiteles recientemente aparecidos en la iglesia de San Zoilo de Carrión, que Senra vincula con la decoración de la iglesia del castillo de Loarre, en Huesca (ca.1100). Muchas de las cestas decoradas del piso bajo del transepto de la catedral de Santiago (ca. 1101-1111) testimonian igualmente una cultura figurativa compartida con el románico navarro-aragonés.
Remiten a Loarre soluciones como los simios encadenados o el entrelazado rematado en palmetas, al igual que la catedral de Pamplona y la cripta de San Esteban de Sos del Rey Católico proporcionan paralelismos para determinados temas animalísticos, como las águilas picándose las garras, o las singulares representaciones de la figura humana, como es el caso del motivo de las mujeres agachadas. Ninguno de estos últimos ejemplos navarro-aragoneses es anterior al año 1100 ni a los talleres de la catedral de Jaca.
Ciertamente, estas concomitancias han planteado y plantean problemas de prioridad y de relaciones difíciles de resolver mientras carezcamos de fechas absolutas para los monumentos en cuestión. En muchos casos nos encontramos seguramente ante un desarrollo paralelo de estilos y repertorios comunes que conduce a una convergencia formal, no ante omnipresentes talleres itinerantes. Ello no implica, por supuesto, la negación absoluta de los intercambios, sobre todo en un Camino tan activo económica y culturalmente como era entonces.
El sustrato del maestro de Frómista-Jaca habría generado una pléyade de seguidores que, con mayor o menor pericia, trabajaron a lo largo y ancho del Camino de Santiago y alcanzaron resultados semejantes en lugares muy dispares. [IM]