Xacopediacredencial del peregrino.

Documento con el que el peregrino acredita esta condición a lo largo del Camino de Santiago. Permite obtener la compostela al llegar a la meta. La creación de la actual credencial se estableció en el primer congreso de asociaciones jacobeas celebrado en Jaca (Aragón) en 1987. Su administración corresponde a la Iglesia, que la entrega en las parroquias, albergues, asociaciones jacobeas, etc. En los primeros años después de su creación era totalmente gratuita; posteriormente, ante el aumento de la dem

Documento con el que el peregrino justifica esta condición a lo largo del Camino de Santiago. Permite obtener la compostela al llegar a la meta. La creación de la actual credencial se estableció en el primer congreso de asociaciones jacobeas celebrado en Jaca (Aragón) en 1987. Su administración acabó por corresponder a la Iglesia, que la distribuye a las parroquias, albergues, asociaciones jacobeas, etc. En los primeros años después de su creación era totalmente gratuita; posteriormente, ante el aumento de la demanda se comenzó a cobrar o a aceptar por ella un donativo. Los antecedentes inmediatos de la actual credencial están en Francia y España en los años cincuenta-sesenta, donde las primeras asociaciones -las de París y Estella (Navarra)- y otros amigos del Camino diseñaron documentos para identificar al peregrino durante su marcha.

En el pasado//// La hospitalidad otorgada a los que ya desde los primeros tiempos realizaban la peregrinación a Santiago de Compostela, ya fuera en forma de alimento, albergue o limosna, hizo que muchas personas que en realidad no eran peregrinos intentasen acogerse a estas prácticas caritativas. Así en Francia se repartía la gallofa, en Cataluña la almoina, en los conventos se proporcionaba alojamiento y manutención, etc. Hasta el siglo XIII la palabra del peregrino, mientras estaba en romería, era sagrada y su testimonio era creído si juraba por su viaje aun en acusaciones de robo y hurto, según se recoge en una disposición del Libro de los fueros de Castilla. Pero con el tiempo empezaron a aparecer documentos que acreditaban la condición de peregrinos de sus portadores con el fin de evitar las prácticas abusivas.

Además, la inseguridad existente en muchos de los caminos, debido a las guerras, la peste, la delincuencia y otros problemas, hizo también que se expidieran salvoconductos, colectivos o individuales, por parte de las autoridades para transitar con seguridad por las rutas jacobeas.

Alfonso X el Sabio (1252-1284), en sus Partidas, recuerda que “romeros e peregrinos son omes  que fazen sus romerías e peregrinajes por servir a Dios e honrar los santos, e por sabor de fazer esto estranan se de sus logares, e de sus mugeres, e de sus casas, e todo lo que han e van por ajenas, lazereando los cuerpos, e desprendiendo los aueres, buscando los santos. Onde los omes que con tan buena intención, e a tan santa, andan por el mundo, derecho es, que mientras en esto andouieren, que ellos e sus cosas sean guardados, de manera, que ninguno no se atreva de yr contra ellos, faziéndoles mal”.

Muchos países europeos, sobre todo Inglaterra, expedían permisos y salvoconductos específicos que garantizaban la seguridad de su viaje por la condición de peregrinos de quien los portaba; algunos aprovechaban este estatus para realizar intercambios comerciales. Por otra parte, los que peregrinaban a Santiago en cumplimiento de una pena decretada por la autoridad civil o religiosa debían también acreditarlo mediante los documentos.

El francés Humbert Jacomet habla de la existencia de un salvoconducto que el rey Enrique IV de Inglaterra (1399-1413) entregó en 1411 a cuatro comerciantes normandos, que los facultaba para transportar hasta los puertos de Galicia una determinada carga destinada al comercio y, además, a doscientos peregrinos. Este investigador destaca la satisfacción de los comerciantes normandos, ya que los barcos ingleses tenían unas restricciones mayores, dado que les estaba prohibido sacar cualquier objeto de metal precioso y sólo podían llevar a peregrinos de condición humilde. Este tipo de salvoconductos eran muy frecuentes, y también se entregaban a los peregrinos que, tras cruzar los montes Pirineos, entraban en los reinos peninsulares.

Nicola Albani, por su parte, en su Viaje de Nápoles a Santiago de Galicia, entre 1743 y 1745, habla de la existencia de un documento que se les daba a los peregrinos en Portugal, la “carta da chia, llamada con este nombre, que es como un pasaporte con el que puede moverse por todo el reino sin que se lo impida ninguna persona, y le sirve también esta carta para obtener limosna en los lugares por los que pasa”. Además, Albani consiguió unas cartas de afiliación a San Francisco y Santo Domingo, falsificadas por un caminante italiano, y “con dichas patentes recogí en el espacio de tres meses que anduve por el reino cequíes limpiamente puestos en mi bolsillo, porque en todo el reino de Portugal, como en el de España, no hay pueblo que no tenga una congregación de san Francisco y aunque no haya convento sí hay hermandad de frailes y de monjas”.

En el presente//// En la actualidad, existe dos modelos oficiales de la credencial del peregrino, ambos en forma de acordeón y formados por unas veinte páginas en blanco para colocar los sellos. El más reciente fue diseñado por la catedral compostelana. El más antiguo es el aprobado en el congreso de asociaciones jacobeas de Jaca en 1987. En la portada de este último figuran los principales símbolos jacobeos, como el bordón, la calabaza y la concha de vieira; en la contraportada se representa el sepulcro apostólico. En las páginas interiores hay un espacio para consignar los datos personales del peregrino, otro -varias hojas- reservado para los sellos del Camino y apartados que contienen información práctica. El documento sirve también para acceder a los albergues. [JS]


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