XacopediaBélgica

Es uno de los países de Europa donde la tradición jacobea goza de mayor arraigo. La existencia de reliquias pertenecientes a Santiago el Mayor -en algunos casos, cuya autenticidad se ha puesto a prueba- ayudó en gran medida a la difusión de su culto. Entre estos vestigios destaca el radio del antebrazo derecho, regalado por el obispo Cresconio en el siglo XI al monje Roberto, que llegaría a ser abad del monasterio de Santiago de Lieja. En 1056 el religioso había partido a la cabeza de una gran expedición que desde Lieja había llegado hasta Compostela. La principal razón para la donación de tan preciada reliquia se debía más bien a razones políticas, puesto que el príncipe García de Galicia pretendía a la hija del emperador alemán Enrique III.

Por Bélgica pasa la Ruta Baja, también denominada Niederstrasse, descrita por el peregrino germano Hermann Künig von Vach en el siglo XV. El itinerario expuesto por el alemán visita Lieja, Bruselas, Mons y Valenciennes, esta última ya en Francia. En el mapa conocido como Carta Itineraria Europae, impreso en 1511, se revela como una de las grandes vías de circulación europeas.

La capital, Bruselas, se erige como punto de partida de muchos peregrinos en la actualidad. Con todo, no se puede obviar la importancia histórica de sus puertos, entre los que destacan claramente Amberes y Brujas, seguidos de Nieuwpoor, que recibían mareas ingentes de peregrinos procedentes de las islas británicas.

Philippe Dollinger definirá a Brujas en su obra sobre la Hansa como “el mercado mundial de Occidente” en la Edad Media. El mismo autor hace constar la existencia en los últimos años del siglo XV e incluso en el XIV, de los conocidos como itinerarios de Brujas, una serie de rutas de peregrinación, pero también de carácter comercial. Entre estas últimas, una se dirigía hasta los confines de Europa, hacia las ciudades rusas de Nijni-Novgorod y Moscú. En cuanto a los caminos que desde Brujas marchaban a los principales santuarios de la cristiandad, no sólo abarcaban las tres peregrinaciones mayores -Santiago, Roma y Tierra Santa- sino que también partían hacia otros más modestos, como Notre Dame de Rocamadour, Notre Dame du Puy, La Sainte-Baume o Sain-Nicolas de Varangeville. A continuación, son dos las principales vías de salida de Bélgica: uno de los itinerarios se adentra en Francia por Lille, mientras que el segundo llega al país franco por Valenciennes, tras visitar las localidades belgas de Courtrai y Saint-Amand. Precisamente la ruta por Valenciennes fue la escogida por el caballero Arnold von Harff a su vuelta de Compostela.

Por último, un libro del siglo XVIII titulado Resumen muy curioso del gran viaje de la Tierra Santa describe brevemente un itinerario partiendo de Bruselas, para visitar Santiago, Roma y Jerusalén.

La mayor parte de los caminos atravesaban Francia por la Vía de Tours, donde era obligada la visita a la basílica de San Martín.

Hay que tener en cuenta que la consolidación de estas rutas está relacionada en gran medida con las vías comerciales -sobre todo el negocio textil- establecidas en los siglos XI-XIII. De esta manera, además de los caminos por tierra, hubo también itinerarios por mar que conectaban los principales puertos de la antigua región de Flandes con el norte de España. Tras recalar en los muelles vascos y cántabros, la mayor parte de los antiguos romeros se desviaban hasta San Salvador de Oviedo, antes de ganar el jubileo en Compostela.

Ya en los primeros siglos después del descubrimiento del sepulcro del Apóstol tuvieron lugar peregrinaciones masivas. Así sucedió alrededor de 1056, año en el que una comitiva de unos doscientos belgas, entre los que se encontraban ilustres personalidades, inició su viaje desde Lieja. El monje Roberto, como se señalaba anteriormente, fue quien la encabezó. Otros personajes que visitaron Santiago durante este siglo XI fueron el conde Baldovinos de Flandes o Allar, vizconde de Flandes.

Con todo, hay noticias de peregrinos a Compostela incluso antes del descubrimiento de la tumba apostólica. Así ocurrió con Evermaro, recordado aun a día de hoy en Rutten, en el Limburgo belga. Este santo frisón habría llegado a Santiago en torno al año 700.

Ya durante la primera mitad del siglo XII el noble flamenco Abelardo, señor de Eine y Oudenburg, no sólo viajará a Santiago, sino que a su vuelta sería el responsable de la fundación de la iglesia de Nuestra Señora y un hospital de peregrinos en la región francesa de Aubrac, que estuvo en activo hasta el siglo XVII. Seguidamente, destaca el viaje que el caballero Goberto, futuro abad del monasterio de Villers, en la Diócesis de Lieja, emprendió en el segundo tercio del siglo XIII. En estos años también visitó Santiago de Galicia el pintor flamenco Jan Van Eyck, autor de célebres representaciones religiosas en templos belgas. El artista llegó a pintar el interior de la catedral como fondo de una de sus obras. Más célebre fue Juan de Gante, duque de Lancaster y padre de reyes y reinas, que peregrinó a Compostela en el siglo XIV.

Durante el Año Santo de 1479 un negociante de la ciudad hanseática de Lübeck, Hinrich Dunkelgud, partió hacia Compostela en compañía de Hans Sledorn. De su periplo se ha conservado un diario, en el que se detalla que tras varios desvíos los compatriotas embarcaron en Brujas. El viaje y el regreso duraron unos cinco meses, partiendo de Lübeck el 2 de febrero y regresando a la misma ciudad el 21 de julio. Un registro de la ciudad de Tienen, en la provincia de Brabante, señala que en 1501 visitó Compostela Drodocus Collartat. Probablemente se trate de Joesen Colarts, condenado el mismo año a peregrinar al santuario gallego. Seguidamente, en 1502 Peter Rindfleisch viajó desde Amberes hasta Santiago.

La crisis religiosa que afectó a otros países del norte y centro de Europa tras la consecución de la Reforma también se dejó sentir en Bélgica. Llegó a atacarse la peregrinación como práctica devocional e incluso se abolieron las peregrinaciones impuestas en 1618. Con todo, esto no significa que los viajes a Santiago desaparezcan definitivamente. En el siglo XVII sobrevivían, pese a prohibiciones y conflictos, las hermandades jacobeas de la zona flamenca, grandes promotoras en el pasado de los viajes al sepulcro apostólico. En la Edad Media destaca Hüffer la existencia de una cofradía en Amberes y otra en Lieja. Cerca de la frontera belga, en el puerto francés de Dunquerque, inició su peregrinaje Jacques Semestre de Lille en el año 1685. También en el siglo XVII Lambert Meleau partió desde Bouvigne, en Namur, hacia Compostela.

Posteriormente, durante los siglos XVIII y XIX las peregrinaciones se reducen a casos más o menos aislados. La Guerra de Sucesión de los Austrias (1741-1748) desembocó en el cese de las peregrinaciones. Con todo, después de la década de 1750 se registra una exigua recuperación. Destaca el viaje emprendido por el francés Jean Pierre Racq desde Brujas en 1790. Tomará Racq el Camino Francés a su entrada en España, aunque tras visitar San Salvador de Oviedo toma la Ruta de la Costa.

Además de la profunda devoción jacobea, la propia Bélgica cuenta con centros de peregrinaje a lo largo de todo su territorio. Los 33 lugares de culto de los que consta la sitúan entre los países europeos con mayor número de enclaves devotos.

Durante la Edad Media las cofradías desempeñaban un papel vital en la protección al peregrino. En Bélgica -en aquella época, Países Bajos meridionales, puesto que no alcanzará su independencia hasta 1830- 11 de los 19 hospitales fundados entre los siglos XIV y XV estaban gestionados por las cofradías de Santiago. El hospicio de Gante, en cambio, es de fundación anterior (1260). Estaba administrado por el gremio de Santiago, que se definía como “bueno, notable y rico”. Era accesible para hombres y mujeres que habían ido a Compostela o bien enviado un sustituto o donado una cierta suma al hospicio.

Los gremios también tenían a Santiago como patrón. Buen ejemplo de ello son las poblaciones de Lier y Malinas -sede del primado católico de Bélgica- donde el gremio de albañiles y el de pescadores tenían como patrón a Santiago el Mayor. También eran los encargados del hospital de Santiago.

Los reglamentos y estatutos de estos centros de asistencia eran en ocasiones muy estrictos. En Namur el verdugo se encargaba de las expulsiones del hospicio y en el reglamento interno del de Tournai (1351) se castigaba con la expulsión al culpable de difamar a las mujeres, jurar o jugar a los dados. En Bruselas y Gante las condiciones eran más benévolas, puesto que los peregrinos podían pernoctar hasta tres noches seguidas, cuando en otros centros sólo se permitía dormir una noche gratis.

Todavía a día de hoy se conservan los estatutos de ciudades como Gante o Malinas. Estos textos reflejan la participación en determinadas celebraciones, entre ellas la conmemoración del 25 de julio. Las procesiones se acompañaban en algunas ocasiones de representaciones teatrales. En concreto, la cofradía de Santiago de Mons interpretó una obra en 1502 titulada Het leven van Sint Jacobus de Meerdere -La vida de Santiago el Mayor-.

También hasta Bélgica llegó la indulgencia promovida por los Reyes Católicos y el papa Inocencio VII para crear un hospital en Santiago de Compostela. Además de contribuir a la construcción del nuevo hospicio, la carta de indulgencia también permitía la participación en la cofradía creada por Inocencio VIII.

Tal y como señala Del Riego la peregrinación a la tumba apostólica se había postulado como un hábito enraizado, incluso por imperativo de las leyes. Especialmente en los Países Bajos -meridionales y septentrionales- la promoción de la autonomía urbana llevó a acuerdos e incluso a sentencias judiciales de este tipo. En los siglos XIV y XV los tribunales flamencos imponían peregrinaciones a multitud de santuarios, entre ellos, los de Santiago de Compostela, San Guillermo de Fisterra y la Virgen de la Barca en Muxía.

La más representativa de estas peregrinaciones fue la establecida tras el asedio de la ciudad de Brujas por parte del rey de Francia, en 1305. Como parte de las condiciones del acuerdo de paz, el rey obligó a unos 3.000 habitantes de la urbe a peregrinar a Compostela. El tiempo del que disponían los condenados para realizar su viaje no siempre estaba estipulado. Así, mientras un preso de Amberes emprendió en 1403 un viaje rápido de tres meses, en 1425 partía desde la misma ciudad otro condenado que no regresaría hasta 1437, 11 años y 9 meses después de iniciar su peregrinación.

Tal y como afirma Francisco Singul, “la peregrinación jacobea como penitencia fue la fórmula más característica de la peregrinación forzada”. Esta práctica estaba recogida tanto en la legislación canónica como en la civil, siendo empleada en primer término por parte de la Iglesia. Los penitentes debían partir en dirección a Compostela en ocasiones portando cadenas, dependiendo de la gravedad de la infamia. Concretamente los homicidas debían llevar unas cadenas forjadas con las armas con las que habían cometido el crimen. En muchas sentencias se especificaba que el reo debía ir a pie, no en barco.

Esta tradición ha sido curiosamente reinstaurada en 1982. En ese año fueron dos los indultados belgas a cambio de caminar hasta el sepulcro de Santiago, con una pesada mochila a la espalda. La iniciativa se conoce con el nombre de Oikoten y está destinada sobre todo a la reinserción social de los jóvenes. En 1990 diez jóvenes peregrinaron a Compostela, los mismos que en 1991, mientras que en 1992 fueron ocho los que se acogieron a este programa. Experimentos similares se intentaron aplicar en Holanda, pero no tuvieron un resultado positivo.

Se conservan en Bélgica varias iglesias bajo la advocación de Santiago el Mayor, entre ellas están Lovaina, Amberes, Gante y Tournai. Sin embargo, la más emblemática es la de Lieja, antigua abadía románica reconstruida en estilo gótico. En ella se venera la reliquia del antebrazo del Apóstol, traída en el año 1056. Para Jan van Herwaarden resulta bastante cuestionable la autenticidad de esta y otras reliquias, debido al empeño con que en aquellos años se aseguraba que el cuerpo de Santiago permanecía íntegro en la catedral de Compostela.

En el patrimonio monumental también cabe mencionar la catedral de San Bavón en Gante, donde destaca el políptico de la Adoración del Cordero Místico, obra cumbre de los pintores flamencos Hubert y Jan van Eyck. Esta exquisita representación, una de las mayores muestras de la pintura religiosa europea, refleja como símbolos jacobeos a unos peregrinos con la vieira de Santiago.

Las historias de milagros que rodean la adoración al Apóstol, presentes en otras zonas del Camino, también llegaron a gozar de cierta tradición en Bélgica. El investigador Moser menciona un Cancionero de Amberes -Antwerpsch Liedboek- de 1544 basado en la leyenda del gallo, la gallina y el ahorcado. La producción literaria también recoge ejemplos como la crónica en verso de Felipe Mouskes de Tournai (1240), que incluye entera la Crónica de Turpín.

Otra relación entre el país y el culto al Apóstol, cuando menos curiosa, es el estudio del jesuita P. de Gaiffier sobre la evolución del término peregrino.

Entre los hitos llevados a cabo en las últimas décadas en Bélgica destaca la exposición Santiago de Compostela: 1000 años de peregrinación, celebrada en la abadía de San Pedro de Gante -Gand, en idioma belga- en el marco de Europalia’85. La muestra formaba parte de una serie de iniciativas destinadas a promover la entrada de España en la Comunidad Económica Europea, actual Unión Europea.

La labor llevada a cabo por las numerosas asociaciones de amigos del Camino de Santiago situadas en toda Europa, ha contribuido durante este nuevo milenio a continuar el trabajo de promoción y recuperación del Camino iniciado en el último cuarto del siglo XX. En este sentido, Bélgica cuenta con una asociación con sede en Bruselas, desde el año 1986. Una vez al mes la agrupación se reúne en las dependencias del Centro Galego de Bruxelas. En conmemoración del Año Santo de 1999 la Xunta de Galicia regaló a la ciudad un menhir, al que se acude en procesión el Día das Letras Galegas (17 de mayo). También en las ciudades de Brujas y Villiers-la-Ville hay sendas asociaciones de amigos del Camino. Los recuentos de los últimos años evidencian, con todo, una tendencia a la baja. De los 1.443 peregrinos de esta nacionalidad registrados en el año 2006, se bajó hasta los 1.332 de 2007 y los 1.291 de 2008. En 2009, fueron 1410. [SOB]

V. Bruselas / Holanda / Lieja


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