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El hecho de realizar el Camino de Santiago guiándose por una ruta marcada y seguida por miles de personas durante siglos, ya resulta un ritual en sí mismo. Atravesar el puente de un río que simboliza el triunfo de la vida sobre la muerte, subir una montaña para alcanzar el perdón, depositar una piedra en un lugar concreto para dejar atrás los pecados y errores cometidos, beber o lavarse en una fuente sanadora, dar tres vueltas a un templo para recibir energía, lavarse como símbolo de purificación o quemar prendas usadas para renovar el espíritu, son algunos de los ritos que mantienen los peregrinos en diversos puntos del Camino.

Algunos de estos rituales, de origen anterior al descubrimiento de la tumba del apóstol Santiago, fueron cristianizados y asumidos por caminantes jacobeos que mantuvieron vivas estas costumbres como actos de fe, o simplemente por atraer la suerte en el transcurso del viaje. Esto se completa con las ceremonias de carácter sagrado a la llegada a la catedral de Santiago, donde el rito religioso se mezcla con un determinado tipo de costumbres de procedencia desconocida, incluso ajenas a la Iglesia, que confieren una liturgia complementaria a la llegada a la meta.

Históricamente, antes de partir, era frecuente que el peregrino dejase redactado el testamento. Los viajeros cubrían sus hombros con una gruesa capa, ancho sombrero de alón en la cabeza y en su mano un largo cayado o bordón. El acto de despedida se realizaba en su lugar natal y en su iglesia, en una ceremonia religiosa en la que recibía la bendición y solicitaba la protección divina para superar las dificultades del largo camino.

Entre las oraciones y liturgias específicas, figuran las bendiciones de insignias y atributos de la peregrinación. En la Misa del Peregrino, el ritual consistía en que primero se confesaban aquellas personas que iban a emprender el viaje; después de rodillas y ante el altar, se producían los cánticos de la comunidad y del sacerdote; eran siete salmos penitenciales, una letanía, ocho oraciones y otros cuatro salmos. Más tarde, ya de pie, el obispo o el párroco imponía el morral y entregaba el báculo a los que partían, en una ceremonia que se denominaba benedictio perarum et baculorum [la bendición de los morrales y de los bordones].

En algunos lugares, como en la torre Saint Jacques de París, se realizaba este ritual específico de despedida a los peregrinos. Esta torre (1509-1523), que mide 58 metros, del gótico tardío, es lo que queda de una antigua iglesia, punto de encuentro de los peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela. El templo fue destruido después de la Revolución francesa, pero el lugar continúa en la actualidad como enclave principal galo para iniciar el Camino de Santiago.

Son diversos los puntos del Camino de Santiago donde aparecen humilladeros, montículos formados por piedras testimoniales depositadas por peregrinos en un lugar de culto. Este rito, que se repite en el Pedrón de Padrón sustituyendo las piedras por monedas, es idéntico al desarrollado por los pueblos célticos, cuando era costumbre arrojar pequeñas piedras en los cruces de caminos para alejar a los malos espíritus. La costumbre se identifica con el hecho de que los conjuros y pactos con el diablo se hacían en las encrucijadas, algo que sucede en varios lugares de la Ruta Jacobea.

También está asociado al hecho de arrojar ruedas solares -sustituidas por monedas con el paso del tiempo- a manantiales curativos para superar algunas enfermedades, hábitos ancestrales que también fueron asumidos por los peregrinos.

La litolatría está también presente en el rito de A Nosa Señora da Barca y la piedra de Abalar, en Muxía, donde se dice que es testimonio del casco del barco de piedra en el que llegó la Virgen para dar aliento al Apóstol en su predicación, por lo que sólo puede ser movida por personas bondadosas.

Desde tiempos inmemoriales, el agua de diversas fuentes está asociada a poderes curativos, tanto para hombres como para animales. Son frecuentes estas creencias, sobre todo, en zonas de abundantes manantiales como sucede en algunos tramos del Camino a su paso por Navarra, Aragón y País Vasco.

En Baztán (Navarra) siguiendo el Camino de Santiago Baztanés, los que padecían enfermedades cutáneas acudían a la fuente llamada Sanjuaniturri [iturri significa ‘fuente’], de Aranaz, y en sus aguas se bañaban a la luz de la luna para obtener una pronta curación. Encima de esta hay una imagen de Juan Bautista, en cuyo honor encen-dían los romeros velas y cera. Algo parecido sucedía en Beorburu, a cuya fuente Saniturri [fuente santa] era costumbre acudir para curar la sarna.

Entre Olazagutía y Ciordia, zona de paso de peregrinos durante la Edad Media, existe una fuente llamada Ur-bedeinkatu [agua bendita]. Sus aguas son sulfurosas, y el pueblo atribuye a ellas una virtud extraordinaria contra las enfermedades de la piel, especialmente en la mañana de San Juan.

En el valle de Anocíbar (Navarra) está la fuente Anguiruiturri [fuente de los ángeles]. Los enfermos arrojaban a ella monedas que nadie osaba recoger, porque decían que quien las tocaba atrapaba todas las sarnas, granos y tiñas que allí dejaban otros. Cuentan que un pastor robó las monedas y se plagó de sarna; solo sanó al devolverlas.

En el valle del Bidasoa, en Yanci -Igantzi- se sitúa una pequeña cueva convertida en ermita de San Juan, con una imagen de Juan Bautista en un nicho abierto en la peña, a una altura de ocho metros, con acceso por una escalera abierta en la roca. La víspera de la fiesta las gentes se congregan en el santuario, y los enfermos, bajo los tres caños de la fuente, invocan al santo para que cure sus males. Después dejan la ropa -las toallas y lienzos con los que se han secado- sobre las zarzas- pensando que en ellas queda la enfermedad. El santero tenía la obligación de quemar estos trapos al día siguiente.

Existe otra cueva cerca del molino de Urbacura de Errazu -valle de Baztán-, aunque enclavada en terreno francés. Se trata de una pequeña gruta en cuyo fondo se ve una estalactita de color verdoso brillante y de una forma retorcida y rara que le da aspecto de endriago o de monstruo, llamada por la gente Arpeko-Saintu [el santo de la cueva], sobre la que vierte una gotera que tiene para el vulgo un supremo poder terapéutico. Los romeros recogían este agua insana y llena de residuos orgánicos para curar con ella el herpes, y besaban al monstruo como si fuese un santo, rezando ante él el rosario. Las paredes de la gruta aparecían llenas de crucecitas y de estampas que, a manera de exvotos, depositaban los romeros sanados.

En Estella se sitúa la fuente de la Salud. Se localiza a la salida noroeste de la ciudad, en una pequeña parcela poblada de frondosos árboles, que antaño fue muy concurrida. En ella eran tradición la merienda y los bailes que se celebraban el 1 de mayo, en honor a San Felipe y Santiago.

Eunate, en el Camino Francés, en Navarra, significa en euskera ‘las cien puertas’, haciendo referencia a los arcos que rodean la iglesia de Santa María, de planta octogonal, atribuida a la Orden del Temple. Durante la Edad Media se celebraba en el equinoccio de primavera una romería desde Puente la Reina hasta Eunate. Aunque se desconoce el ritual que realizaban, es muy posible que en él se efectuase una danza de entradas y salidas por cada una de las puertas, dibujando figuras geométricas relacionadas con la ruta del sol en su aparente recorrido anual.

Los peregrinos, en su camino hacia Santiago, tienen por costumbre dar tres vueltas alrededor de esta iglesia y luego situarse en el centro del templo para recibir energía, ya que dice la leyenda que se trata de un gran centro telúrico.

Otro de los lugares místicos del Camino de Santiago es Puente la Reina, donde el tránsito de una orilla a la otra simboliza el paso de un estado a otro, de uno más terrenal a otro más celestial. Se trata de la primera vuelta en la espiral o laberinto de la vida. Su significado está reflejado en el juego de la Oca, si se atiende a la vertiente relacionada con los templarios.

Desde la plaza de Bolíbar -País Vasco- se toma la encrucijada que lleva a Ziortza y avanza la calzada entre bosques y caseríos. Allí se encuentra el templo realizado con areniscas amarillas del Oiz. Antes de llegar a la plaza civil que acoge al peregrino y al viajero, se pasa un vía crucis simbólico y un arco a modo de tránsito entre lo mundano y lo espiritual. Será a partir del siglo XVI cuando Ziortza adquiera mayor importancia como centro espiritual y comience a registrarse el paso de peregrinos, aunque su importancia disminuyó al llegar el siglo XIX y decaer notablemente las peregrinaciones.

Puede considerarse también un rito el hecho de seleccionar una vara de entre las disponibles. Son muchos los peregrinos que se acercan a casa de Pablito en Ázqueta, observan una gran piedra que tiene en su jardín con un grabado celta tallado y después lo acompañan al lugar donde tiene un gran montón de varas de avellano que ha recogido él mismo en el bosque para entregárselas a las personas que realizan el Camino.

Se encuentra situada en los montes de León a 2 km de Foncebadón. Es uno de los puntos significativos del Camino de Santiago por separar las comarcas de Astorga y el Bierzo, además de su importancia simbólica. Hay una tradición que incluye un ritual que muchos de los peregrinos suelen cumplir, que es la de transportar una piedra, de un tamaño proporcional al de los pecados de los que se quieran liberar, desde el punto de partida del Camino hasta Cruz de Ferro. Al llegar allí debe depositarse en el montículo que la sostiene, lo que simboliza liberarse de esos pecados a través del sacrificio que supuso cargar con esa piedra. Otras personas, en vez de la piedra, depositan objetos personales a los pies de la cruz, lo que le proporciona un aspecto entre pintoresco y místico.

Cruz de Ferro es un punto cargado de historia, pues se cree que ya hubo con anterioridad un altar romano dedicado a Mercurio, dios de los caminos. La costumbre de depositar una piedra en este humilladero, que sirve de base al crucero para pedir protección en el viaje, se pierde aquí en la noche de los tiempos.

En O Cebreiro, para recordar el milagro del Grial, el ritual consiste en entrar en la iglesia de Santa María a Real y dejar que el misterio se apodere del peregrino, al recitar, con sosiego: “Adoro te devote latens deitas“.

A Lavacolla da nombre a un pequeño río cercano a Santiago, citado en el Codex Calixtinus como lugar de lavado ritual. La peregrinación, a semejanza de un segundo bautismo, lavaba las manchas del pecado, impulsando al peregrino de Jerusalén a sumergirse en el río Jordán, donde se purificaba. Díaz y Díaz duda de la fuerza de esta costumbre en A Lavacolla y en todo caso considera que desaparecería al ponerse en marcha la fuente del Paraíso, ante la catedral, donde los peregrinos también se lavaban antes de acceder al templo. El lavado corporal está asociado con la eliminación del pecado; así, por ejemplo, con el bautismo se simboliza la eliminación del pecado original a través del poder purificador del agua.

Una vez cruzada A Lavacolla, los peregrinos se encaran hacia la última y prolongada subida del Camino hacia San Marcos, último pueblo antes de llegar al Monte do Gozo y, de allí, a Santiago de Compostela.

Había peregrinos del Camino Francés que echaban una carrera desde A Lavacolla hasta el Monte do Gozo para ver cual de ellos llegaba primero, siendo coronado como rey de peregrinación, con privilegios concedidos al llegar a la ciudad. El Monte do Gozo, era el lugar desde el que se divisaban por vez primera las torres de la catedral compostelana.

Los peregrinos medievales, según la tradición, quemaban sus ropas en las cubiertas de la catedral compostelana, junto a la denominada cruz dos Farrapos. Se trataba de un ritual purificador que pudo tener su origen en una peste que aconsejase eliminar las vestimentas sucias para evitar los contagios. La quema de ropa sucia y vieja tiene que ver también con el poder purificador del fuego.

Cuando se llega a la catedral hay varios ritos que cumplir. Cualquier día del año, el peregrino puede acceder de 7:00 a 21:00 horas al templo por cualquiera de sus puertas. Cuando lo hace con deseo de visitar la basílica, si tiene el corazón abierto, podrá experimentar la misericordia del Señor, expresar su fe en Jesuscristo, su amor a la Iglesia y pedir la protección e intercesión del Apóstol.

En la visita al Pórtico de la Gloria, concebido como una catequesis esculpida en piedra, se encuentra resumida la fe de la Iglesia católica. Allí el peregrino debe contemplar y meditar en silencio la Historia de la Salvación, donde se siente recibido por Santiago. El Apóstol, en nombre de la Iglesia, lo invita a la reconciliación con Dios, consigo mismo y con sus hermanos. Históricamente, el peregrino no siempre tocaba el Pórtico de la Gloria con sus manos, pero posteriormente se impuso la costumbre de posar las manos sobre las esculturas, especialmente sobre la columna del parteluz. En algunas ocasiones se convirtió en gesto ritual, con propiedades mágicas, llegando a creer que es imprescindible para ganar las indulgencias del jubileo. Nada más lejos de la realidad, pues el verdadero peregrino respeta y contempla la obra de arte sin necesidad de tocarla. Tras la misma columna hay una figura que la tradición asimila al maestro Mateo y al que se le daban tres croques con la cabeza [coscorrones, en castellano] “para que transmita su sabiduría y talento”.

A continuación, se avanza hacia el altar mayor; a la izquierda, se encuentra la capilla que custodia la Santísima Eucaristía. Debajo se encuentra la cripta apostólica, el lugar más santo de la basílica compostelana. Cuando el peregrino se postra ante la Santa Urna, agradece al apóstol Santiago su entrega hasta la muerte en el seguimiento de Jesucristo y su generosidad al anunciar el evangelio hasta los confines de la Tierra. Este es el lugar santo donde el devoto es invitado al silencio elocuente de la oración. Todos estos ritos lo llevan a acercarse al sacramento de la penitencia, como paso previo para poder participar activamente en la Eucaristía. Este gozo se exteriorizará al contemplar el botafumeiro, entendido como una invitación a la alabanza y al ofrecimiento de la vida a Dios, rico en misericordia, por mediación del apóstol Santiago.

Siguiendo el trayecto, se abraza la imagen del Apóstol, como expresión de su agradecimiento y petición de ayuda. Después se puede visitar la cripta, el tesoro y las demás capillas.

Antiguamente, en el altar situado detrás del altar mayor de la catedral, en la capilla de la Magdalena, se les daba la absolución a los caminantes, en un rito que se culminaba con la entrega de la compostela, pasando luego este ritual a la capilla del Salvador. En la actualidad, la citada credencial se recoge en la Oficina del Peregrino.

Para ganar el jubileo -siempre en año santo-, se requiere visitar la tumba del Apóstol en la catedral y rezar una oración, practicar el sacramento de la confesión y recibir la comunión. Esto último se puede hacer quince días antes o después de la estancia en Compostela. Ni la gracia del jubileo ni la peregrinación están vinculadas a la compostela. Se puede ganar el jubileo viajando por cualquier medio y es posible recibir el certificado sin ganar el jubileo.

El ritual de apertura y cierre de la Puerta Santa anuncia al peregrino el inicio o final del año santo. La entrada por ella no tiene relevancia para ganar el jubileo, aunque en el lenguaje popular se dice que la obtención de la indulgencia plenaria se expresa a veces con la frase “pasé la Puerta Santa”.

Tras la estancia en la catedral, el peregrino, si dispone de las credenciales que justifican su peregrinación a pie, a caballo o en bicicleta, puede solicitar en la Oficina del Peregrino la compostela, el documento acreditativo de su peregrinación.

El camino puede proseguir hasta Muxía y Fisterra, donde abundan los rituales cristianizados alrededor del sol fundiéndose en el océano. Son muchos los peregrinos que tras ver la puesta de sol queman en el propio acantilado alguna prenda de ropa que han utilizado en la ruta. Es un rito moderno. Se pueden mencionar también los ritos de la piedra de Abalar, en Muxía.

En relación con la tradición de muerte y resurrección del sol, destaca la popular danza de As Areas que se celebra en Fisterra durante la Semana Santa, para conmemorar la muerte y resurrección de Cristo, como antaño se celebraba la muerte y la resurrección del sol. [IM]

V. Abalar, piedra de / Apóstol, abrazo al / caminante / emblemas / Fisterra / Puerta Santa de Santiago / Pórtico de la Gloria, imposición de manos en el / Santiago, ritos del peregrino en / Santo dos croques / santo peregrino


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