Comunidad autónoma de España, atravesada de este a oeste por el conocido como Camino del Norte o de la Costa. Esta ruta jacobea se extiende por todo el litoral cantábrico desde la localidad francesa de Bayona hasta Arzúa, en Galicia, donde enlaza con el Camino Francés. El paso de peregrinos por esta comunidad está documentado ya en los tiempos inmediatamente posteriores al descubrimiento del sepulcro del Apóstol, ya que estas tierras, al igual que la costa de Euskadi y Asturias, se hallaban alejadas de la Reconquista. Por este motivo, rivaliza en ocasiones con el Camino Francés sobre cuál de los dos trazados fue seguido en primer lugar. Algunas de las poblaciones más emblemáticas del Camino en suelo cántabro, como Laredo o Santander, son mencionadas en el atlas del valenciano Juan Villuga (1547), obra que lleva el nombre de Repertorio de todos los caminos de España. También pisó Cantabria en su viaje a Compostela el obispo armenio Mártir de Arzendjan (s. XV), ruta que siguió de nuevo a la vuelta. Guillermo Manier utilizó asimismo el trazado para su regreso a Francia (1726).
A lo largo de los casi 160 km que recorre el Camino en Cantabria se encuentran, entre otras, las poblaciones de Castro Urdiales, Laredo, Santoña, San Miguel de Meruelo, Colindres, Santander, Polanco, Santillana del Mar, Cóbreces, Comillas, San Vicente de la Barquera y Val de San Vicente.
Muchas de estas localidades cuentan con puertos a los que recalaron los peregrinos medievales. Procedentes de los más diversos rincones de Europa, los romeros iniciaban desde los muelles cántabros el Camino del Norte, o bien buscaban un ramal para unirse a la marea de peregrinos que seguían el Camino Francés. La más emblemática de estas rutas por mar procede de Inglaterra, aunque está documentada la existencia de conexiones con la antigua región de Flandes. Las poblaciones que integraban la Hermandad de las Cuatro Villas de la Marina de Castilla, esto es, Laredo, Santander, San Vicente de la Barquera y Castro Urdiales, detentaban un monopolio comercial con Flandes, sector que contribuye al impulso de la peregrinación por mar en la baja Edad Media. Esta situación cambiaría radicalmente durante el conflicto hispano-holandés, época en la que se produce un gran declive.
El Camino del Norte o de la Costa abandona Euskadi y se interna en Cantabria a través de Castro Urdiales. Prosigue por Liendo y Laredo, donde la antigua puerta de Bilbao da la bienvenida al peregrino. En esta población se produce una bifurcación de caminos: mientras algunos peregrinos viajan en barca directamente hasta Santoña, otros circundan la bahía por Colindres, y ambas variantes se unen en San Miguel de Meruelo. A continuación, el Camino visita los enclaves de Güemes, Galizano y El Astillero, antes de adentrarse en la capital, Santander. De nuevo dos itinerarios, uno al norte y otro al sur, conducen a la próxima localidad: Boo de Piélagos. Antiguamente un servicio de barcas, custodiado primero por los dominicos y posteriormente por parientes de Calderón de la Barca, posibilitaba cruzar la ría de Suances para llegar hasta Polanco. Después de internarse en Santillana del Mar los peregrinos viajan hasta Cóbreces y Comillas, donde el fabuloso Parque Natural de Oyambre se extiende hasta San Vicente de la Barquera. A continuación, el límite con el Principado de Asturias se encuentra una vez pasada la población de Unquera, en el municipio de Val de San Vicente.
De Cantabria parten varios ramales hacia el Camino Francés. Uno de ellos une Santander con Burgos y otro, conocido por el nombre de la ruta del Besaya, conecta Santillana del Mar con la localidad palentina de Carrión de los Condes. También de San Vicente de la Barquera sale un ramal, conocido como Ruta Lebaniega o Vadiniense, que llega hasta Mansilla de las Mulas.
A lo largo de este trazado en Cantabria se situaron en la Edad Media diversas cofradías y hospitales que proporcionaban atención a los peregrinos. El de Colindres, fundado en el año 1544 a iniciativa de Carlos I, fue el primer hospital de peregrinos de Cantabria.
Algunos de los muchos hospicios documentados se ubicaban en Islares -conocido con el nombre de la Vera Cruz e incluido en el Inventario General del Patrimonio Cultural de Cantabria-, Galizano (bajo la advocación de San Andrés), Cóbreces (del Buen Suceso), Val de San Vicente y Comillas. La mayor parte de este tipo de centros surgió alrededor de los principales puertos de desembarco de peregrinos. Así, Laredo llegó a tener tres hospitales -de San Lázaro, Santo Espíritu y Santa María-, mientras que Santander ponía a disposición de los caminantes el importante hospital de Sancti Spiritus (s. XIV). San Vicente de la Barquera, por su parte, disponía de los hospitales de la Concepción (ss. XIV-XVI), Abaño (s. XIII) y la Misericordia (s. XV) y de la hostería de transeúntes y penitentes de Nuestra Señora de la Barquera. También Santillana del Mar contó con un hospicio adosado a su emblemática colegiata y dos más humildes.
Entre los numerosos monumentos con referencias al Apóstol cabe mencionar en primer lugar la capilla de Santiago, construida en la catedral de Nuestra Señora de Santander entre los siglos XV y XVII. La catedral, edificada para custodiar las reliquias de los santos mártires Emeterio y Celedonio, cuenta asimismo con varias vidrieras dedicadas a Santiago Apóstol y Santiago matamoros. La ciudad recuerda la festividad del Apóstol cada 25 de julio, puesto que celebra su “semana grande” en torno a la onomástica de Santiago.
En Polanco se construyó una iglesia bajo la advocación de Santiago en el siglo X, centuria en la que también se erigió la de Ongayo, en el concejo de Suances. Además, hay una ermita de Santiago (s. XI) en el barrio de Revilla, en el concejo de Camargo. Otros templos, fundados bajo las advocaciones más diversas, contienen tallas y relieves de Santiago. Entre ellos se encuentran el altorrelieve de Santiago matamoros de la iglesia de San Juan Bautista, en Colindres, la talla de Santiago peregrino y las conchas esculpidas en la bóveda de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en Liendo. Aparece otro Apóstol peregrino en un retablo de la iglesia de Santa María del Puerto, en Santoña.
La abadía cisterciense de Santa María de Viaceli, fundada en 1908, fue ocupada durante los años sesenta de la centuria pasada por una comunidad de monjes procedentes del monasterio de Sobrado dos Monxes, A Coruña. En la iglesia de San Pedro de la misma localidad hay una fuente de los peregrinos.
Muchas de estas hermosas villas están reconocidas como Conjunto Histórico Artístico, y sus edificios reciben la denominación de Bien de Interés Cultural.
En la actualidad, la red de albergues del Camino de Santiago proporciona asistencia a quien la necesita. Cada vez son más los centros surgidos, dotando a un tradicionalmente olvidado itinerario de una estructura genuinamente jacobea. Destacan los albergues de peregrinos del Pontarrón de Guriezo en la localidad del mismo nombre, El Buen Pastor y Casa de la Trinidad en Laredo, La Peña en Comillas y El Galeón en San Vicente de la Barquera.
Algunos de estos centros están gestionados por las diferentes asociaciones jacobeas existentes en Cantabria. Así, la Asociación de Amigos del Camino de Santiago El Cagigal, se encarga del albergue conocido como La Cabaña del Abuelo Peuto en Güemes, la asociación de Astillero gestiona el de Nuestra Señora de Musiera, y la asociación de Santander se ocupa del albergue de los Santos Mártires, sito en la capital. En la misma localidad los peregrinos disponen de una oficina de información sobre temas jacobeos en la plaza del Obispo.
La abadía trapense de Santa María de Viaceli rememora la hospitalidad ofertada antaño, pues son los mismos monjes los que ofrecen asistencia al peregrino. Entre 2006 y 2008 un total de 1.213 cántabros realizaron la Ruta Jacobea. En 2009, fueron casi 900.
Desde Cantabria, sede del lignum crucis de Santo Toribio de Liébana, existe la iniciativa de crear una ruta de las Reliquias, que pretende conectar los diferentes santuarios situados a lo largo del Camino de Santiago llegando hasta Francia e incluso Italia. [SOB]