XacopediaSantiago, Caminos de

Expresión utilizada para referirse al conjunto de los itinerarios de peregrinación que desde distintas partes de Europa conducen a la ciudad de Santiago de Compostela. Hasta los años ochenta del pasado siglo era de uso casi exclusivo la forma Camino de Santiago. Casi siempre se entendía como tal la ruta conocida como Camino Francés, que atraviesa de este a oeste el norte de España, desde Francia. Es un itinerario marcado de forma especialmente singular en la historia de las peregrinaciones cristianas, ya que en él confluyen varias rutas que a través de Francia canalizaron desde la Edad Media peregrinos de toda Europa hacia el Camino Francés.

En los pasados años ochenta, sin embargo, comenzó a utilizarse con frecuencia la expresión ‘Caminos de Santiago’, tanto por determinados estudiosos como por distintos organismos públicos, al aceptarse la existencia histórica de otros itinerarios que, aun sin el peso del Camino Francés, reclamaban el derecho a ser reconocidos, al menos en un segundo nivel, como itinerarios jacobeos. La nueva realidad cobra todavía más fuerza cuando a principios de los años noventa comienzan a tener peregrinos determinados itinerarios con huellas históricas jacobeas en Francia, España y Portugal, e incluso en otros países como Alemania, Suiza, etc.

Entre los defensores de la denominación ‘Caminos de Santiago’ figura el Consejo de Europa. En la declaración de esta ruta como el primer Itinerario Cultural Europeo (1987) se refiere textualmente a los “Caminos de Santiago sobre el conjunto del territorio europeo”. Se trata de una red de itinerarios muy diversos, todos valorables, que confluyen, ya en su tramo final, en España, en una vía principal conocida como el Camino Francés. El Consejo, apostando por esta denominación pretende salvaguardar la identidad supranacional de la ruta, ya que los peregrinos partían de lugares muy diversos y muy alejados entre sí. Incluso esco-gían en determinados casos itinerarios marítimos.

En 1993, en un congreso en Santiago en el que participaron expertos de toda Europa, se produjo un notable acuerdo sobre la necesidad de reconocer como jacobeas todas las rutas históricas a Santiago a través del mapa de Europa. Se apuntó que no todos estos itinerarios presentaban el mismo grado de implicación jacobea, pero la constatación del paso más o menos habitual de peregrinos les otorgaba el derecho a ese reconocimiento. En 1996 el Gobierno gallego aprobó una ley de protección de los Caminos de Santiago que reconocía ocho itinerarios jaco-beos en la comunidad. También ha sido utilizada por la Federación Española de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago.

Son solo algunos ejemplos de una expresión nacida con afán de abarcar en su seno a todas las vías jacobeas, aunque siga contando con detractores que la consideran inadecuada, imprecisa y disgregadora. En este sentido, hay que señalar que ha tenido escaso éxito a la hora de dar título a publicaciones y material promocional.

Es en la primera mitad del siglo XI cuando se fija el Camino Francés o Camino de Santiago en España como ruta jacobea de referencia. Nació como una necesidad de conexión espiritual y política de la España cristiana con Europa, por eso su desarrollo fue favorecido por los monarcas peninsulares. A lo anterior se unió el afán del resto de Europa por entregarse a un itinerario de sacrificio grato a Dios que exigía marchar hasta el extremo occidental del continente donde aguardaba el sepulcro del primer mártir del colegio apostólico.

Por estos motivos el Camino Francés fue el primero y el que alcanzó un grado de identidad tal que lo situó un nivel por encima de todos los demás que vendrían después. Sus infraestructuras históricas nacieron en gran medida en relación con su papel preferente como vía de peregrinación. Pero antes y después fueron surgiendo otras rutas secundarias, que también alcanzaron un grado más o menos significativo de identificación con la misión jacobea. Es el caso de los llamados Caminos del Norte, paralelos a la costa cantábrica desde Francia y los puertos cántabros, y el enlace entre el santuario de la ciudad de Oviedo y Santiago -el actual Camino Primitivo-, con histórica conexión con el Camino Francés en León.

Fernando López Alsina señala que ya poco después de la concreción del itinerario principal, los reducidos conjuntos hispano-cristianos pasan a formar parte de grupos regionales más amplios, lo que hace que aunque el Camino Francés mantenga su protagonismo aglutinador, aparezcan vías de peregrinación parcialmente distintas, ligadas a las transformaciones generales de la sociedad de su tiempo.

Casos significativos en este sentido son, en la Península Ibérica, las vías que irán surgiendo con una notable identidad desde el centro y sur de Portugal, y la Vía de la Plata, utilizada como una ruta de enlace desde la mitad sur peninsular con el noroeste, a través sobre todo del llamado Camino Mozárabe gallego o del Sudeste, por las actuales provincias de Zamora, Ourense y A Coruña. No menos relevantes serán, si tenemos en cuenta la distancia que las separaba de Galicia, las rutas catalanas, sobre todo el Camí de Sant Jaume, con Lleida como una estación muy significativa.

En los siglos XIV y XV las peregrinaciones marítimas alcanzan su apogeo, especialmente desde las Inglaterra e Irlanda y otros puertos nórdicos. La mejora de la navegación permite viajes más rápidos, seguros y baratos que por tierra. El destino es, sobre todo, el puerto gallego de A Coruña. Nace así el llamado Camino Inglés. Es también este el momento en que se consolida la peregrinación jacobea al finisterrae. Una sociedad cada vez más informada aprovecha la llegada a Santiago para conocer el ‘fin de la tierra’. La Iglesia se dará prisa en dar forma cristiana al entorno pagano de aquellos límites sombríos y ensoñadores al mismo tiempo.

En el resto de Europa, Francia -sobre todo-, Alemania e Italia aglutinarán las grandes vías a Compostela. En Francia surgen, ya en el siglo XI, las cuatro históricas rutas de confluencia que consagrará para la historia el libro V del Codex Calixtinus en la primera mitad del siglo XII. Nos referimos a las conocidas como -de norte a sur- vías Turonense -por París y Tours-, Lemovicense -por Limoges-, Podiense -por Le Puy- y Tolosana -por Arles y Toulouse-. Confluirán en dos grandes rutas en los Pirineos, dando paso a los llamados Caminos Navarro y Aragonés. La fama de sus santuarios y reliquias concedía a estas cuatro vías una especial significación peregrina, solo comparable al Camino Francés en España.

Desde Italia y el sur de Francia la Vía Francígena actuará con frecuencia como itinerario de intercambio de peregrinos entre Roma y Santiago, en tanto que a través de Alemania, Suiza y los Países Bajos, se consolidarán durante la Baja Edad Media dos grandes rutas que concentrarán a los peregrinos procedentes del norte y centro de Europa. Son la Niederstrasse [Camino Bajo], próximo a la costa, que pasaba por Aquisgrán y París, enlazando con la Vía de Tours hasta España, y la Oberestrasse [Camino Alto], más interior, por el sur alemán y Suiza, para continuar próximo a la costa mediterránea francesa por la Vía Tolosana hasta los Pirineos. Vías con tradición jacobea de paso había también en Bélgica, Holanda, Suiza, Chequia, etc.

Parte de estos itinerarios perderán infraestructuras e identidad a partir del siglo XVI, pero otros no solo las mantendrán, sino que acabarán de consolidarse y tomar forma a partir de ese momento, aunque en ningún caso sin alcanzar el esplendor medieval de las grandes rutas alemanas y francesas y el Camino Francés. Desde finales del siglo XVIII todas estas vías entran en una decadencia que pareció definitiva, perdiéndose en muchos casos su memoria y sentido histórico casi por completo, aunque, por increíble que parezca, casi siempre con algún que otro raro peregrino en ruta.

Será el siglo XIX el que marcará, en su segunda mitad, el inicio de la recuperación de la memoria histórica de los viejos caminos de Santiago. Considerados un simple contenido para el estudio histórico, comienzan a ser analizados con sentido científico especialmente en Francia. De este país proceden los primeros trabajos. Al investigar la Edad Media aparece por uno y otro lado el universo jacobeo francés y, con él, el Camino de Santiago. Se hacen las primeras aproximaciones al libro V -la Guía del peregrino- del Calixtinus, del que se conservan varias copias por Europa, y llegarán los primeros libros sobre el Camino entre finales del siglo XIX y principios del XX. En España se inician las investigaciones en los años cuarenta, en tanto que en Estados Unidos y otros países los primeros trabajos proceden de los años veinte.

Era sólo cuestión de tiempo que volviese a haber peregrinos tradicionales -aquellos que realizan la ruta sin medios motorizados-. La guía del Calixtinus incitaba a ello y la vieja memoria europea de Compostela, que se aviva por estos años, va a hacer el resto. Surgen desde los años cincuenta en Francia las primeras entidades de fomento de la peregrinación jacobea tradicional -desde los ochenta nacerán en los demás países- y llegan por este tiempo los primeros peregrinos contemporáneos ultrapirenaicos. La Europa que resurge de sus cenizas tras la II Guerra Mundial busca una identidad común que evite otro desastre y las viejas sendas jacobeas son uno de sus más atractivos antídotos.

Reinterpretando la huella de los devotos caminantes medievales, los nuevos peregrinos, muy pocos al principio, llegan -años cincuenta, sesenta, setenta y ochenta- por su propia iniciativa a un Camino en el que casi todo les es adverso. Pero persisten. Y serán ellos lo que descubran a las Administraciones su valor.

En 1987 el Consejo de Europa da un paso trascendental. Como ya dijimos, se declaran los ‘Caminos de Santiago’ como el primer Itinerario Cultural Europeo. En ese momento este organismo da a conocer un mapa en el que se observa como la red viaria principal y secundaria jacobea había llegado a cubrir todo el Continente. El Consejo de Europa justificó el reconocimiento por el “carácter altamente simbólico” de estas rutas “en el proceso de construcción europea”. Al mismo tiempo, la Iglesia ve en el Camino un elemento que actúa como dinamizador y singularizador del santuario jacobeo. Para esta institución, el acercamiento al Camino facilita el descubrimiento de las raíces cristianas de Europa. Lo había avanzado el papa Juan Pablo II en su histórica visita a Santiago en 1982.

En España, en respuesta a las sucesivas campañas promocionales de la Iglesia y las nuevas Administraciones -tanto locales, como autonómicas y europeas-, desde principios de los noventa se confirma el renacimiento del Camino Francés, con afán espiritual, pero también cultural o simplemente turístico. Ahora el camino a pie o en caballería ya no es un recurso obligado para viajar a Santiago, pero los caminantes de finales del siglo XX intuyen en la ruta jacobea el peso del espíritu y de la huella latente del pasado, además de un poder potencial de comunicación y de autocontrol que concede a estas experiencias -sobre todo a la peregrinación a pie- una fuerza especial.

Relevante fue en este sentido el año 1993 -jubileo compostelano-, el primero en el que la afluencia al Camino Francés fue casi continuada y el primero que contó con unas mínimas infraestructuras específicas. Es, sin embargo, en 1993 cuando por vez primera se hace referencia expresa y continuada también al conjunto de los distintos itinerarios jacobeos, y no sólo al Camino Francés. Fue el caso de Europa Nostra, una organización de promoción del patrimonio cultural europeo, que a través de su filial en España, promovió un concurso para estudiar las que llamó “rutas subsidiarias del Camino de Santiago”, entendiendo como tal el Camino Francés. Se celebran además varias reuniones políticas y técnicas entre las distintas administraciones y exposiciones que intentan ofrecer una visión de conjunto de la totalidad de los itinerarios jacobeos. También la Iglesia compostelana acuerda reconocer otras vías y no sólo la principal.

El esfuerzo, que apenas se percibe en 1993, mostrará resultados consolidados a finales de los años noventa, para alcanzar un desarrollo imparable en la primera década del siglo XXI. Se produce, además, un fenómeno que confirmará la enorme fuerza del Camino, que a veces se escapa a cualquier tipo de análisis: surgen itinerarios nuevos, apenas vinculados a consideraciones históricas específicas, desde los más diversos puntos de España, al tiempo que en Europa se señalizan y recuperan itinerarios jacobeos en distintos países, siguiendo el ejemplo pionero de Francia, que había comenzado con esta tarea en los años setenta. Es lo que sucede en Alemania, Suiza, Dinamarca, Bélgica, Portugal, etc. En el año 2009 era posible llegar a Santiago, a través de Francia, por rutas señalizadas desde Alemania, Suiza o Italia.

La Oficina del Peregrino de Santiago, que despacha la compostela, el certificado eclesiástico que justifica la realización del Camino (o de los caminos), dispone de reveladores datos al respeto: en el año jubilar compostelano de 1971 recibieron este documento 451 peregrinos; en el de 1982, 1.868; en el de 1993, 99.436, y en el de 1999, 154.604. También se incrementó espectacularmente la diversidad de sus orígenes y sectores sociales. Gentes de más de 100 nacionalidades de todo el mundo figuran como peregrinos llegados a Santiago en los últimos años del siglo XX, especialmente europeos procedentes de Francia, Alemania e Italia, sobre todo, pero también, por primera vez en la historia, de los demás continentes.

Aunque la principal afluencia ha sido siempre la española, esta, pese a subir de forma constante, ha ido perdiendo peso en relación con la presencia extranjera. Los españoles en el Camino -y cada vez más en los distintos caminos- han llegado en los últimos años sobre todo de las comunidades autónomas de Madrid, Cataluña, Castilla y León, País Vasco y la propia Galicia. En 1999 el que era en aquel momento director de la Oficina del Peregrino en Santiago, Jaime García Rodríguez, señalaba que la peregrinación compostelana había adquirido en la última parte del siglo XX una “connotación universal”.

Como dijimos, actualmente es posible llegar a través de los Caminos de Santiago de forma normalizada -con señalización, información específica y guías- a través de las rutas jacobeas de Francia -siguiendo las cuatro vías históricas del Calixtinus y por Bayona e Irún, cruzando el País Vasco- y Portugal -desde Lisboa-. Con dificultades puntuales también se puede comenzar en países como Dinamarca, Alemania, Suiza e Italia. Desde Roma, por ejemplo, es fácil hacerlo siguiendo la histórica Vía Francígena. Asimismo, se han recuperado en los últimos años las rutas marítimas de peregrinación, que con una frecuencia irregular, han traído a los puertos gallegos -A Coruña y Ferrol, principalmente- a varios barcos con peregrinos británicos, irlandeses y españoles, entre otros.

Una vez entran en España los caminos procedentes del extranjero, las opciones se multiplican. En estos momentos están identificados y con una afluencia más o menos regular, según los casos, 32 caminos jacobeos españoles, a los que hay que añadir los dos ramales al inicio del Camino Francés en España, si se consideran rutas independientes los caminos Navarro y Aragonés. Así se recoge en un minucioso y clarificador Mapa de los Caminos de Santiago publicado por la Federación Española de Asociaciones de Amigos del Camino en 2009. No hay una sola comunidad autónoma española que no vea pasar por sus viajas sendas alguna de estas rutas. Su diversidad geográfica responde a la propia diversidad de procedencias de los peregrinos que llegaron en el pasado y, sobre todo, que los están haciendo en el presente.

Las grandes vías de referencia -la mundialmente conocida- sigue siendo el Camino Francés, con sus entradas desde Francia por Navarra y Aragón y una única ruta desde Puente la Reina (La Rioja). A su sombra han crecido en los últimos años sin parar, tanto en afluencia española y extranjera como en servicios específicos, los caminos del Norte y Primitivo, la Vía de la Plata y sus derivaciones a Galicia a través de Zamora y el Este galaico-portugués, los caminos Portugueses, y la Prolongación Jacobea a Fisterra y Muxía o, como la denomina la Xunta de Galicia, el Camino de Fisterra-Muxía, por el atractivo atávico de haber sido hasta el siglo XV el final del mundo conocido.

Sin embargo, la eclosión jacobea de los últimos años ha colocado en el mapa nuevos itinerarios de creciente éxito, aunque todavía escasos o muy escasos en servicios específicos. En la mayoría de ellos las huellas jacobeas históricas son escuetas o casi nulas, pero han surgido y se están consolidando a raíz del propio interés de los peregrinos por hacerlos y darles sentido. En su surgimiento y progresiva consolidación están siendo providenciales las asociaciones de amigos del Camino esparcidas por España.

Destacan en este segundo apartado el Camino de Madrid, en crecimiento continuo, que concluye en el Francés, en Sahagún; el Camí de Sant Jaume, en Cataluña, con notable protagonismo histórico; el Camino del Levante, desde Valencia, con destino final en Burgos o la Vía de la Plata; la Ruta Mozárabe Andaluza, desde Málaga y Granada; el Camino del Sureste, desde Alicante y Murcia, con destino final en la Vía de la Plata -Zamora o Benavente-; el Camino Vasco del Interior, de reconocido sentido histórico, que enlaza la antigua ruta vasco-francesa por Bayona e Irún con el Camino Francés, a través de Vitoria y destino final en Santo Domingo de la Calzada o Burgos; y el Camino Jacobeo del Ebro, de paso por la ciudad de Zaragoza, con meta en Logroño, en el Camino Francés.

Sólo una de estas rutas no dirige los pasos hacia Santiago; es el Camino de Fisterra-Muxía, que parte de Compostela a las costas atlánticas del cabo de Fisterra y el santuario mariano-jacobeo de A Barca (Muxía). Otra vía se ha presentado históricamente -aunque no tanto en el momento presente- como posible ruta de doble sentido o doble opción: el itinerario a través de Oviedo para venerar las legendarias reliquias del Arca Santa de su catedral. Sólo uno de ellos es marítimo-terrestre: el Camino Inglés, por mar hasta los puertos de A Coruña y Ferrol, y por tierra desde estas dos ciudades gallegas hasta Santiago.Por último, únicamente uno no posee peregrinos históricos: la Ruta del Mar de Arousa y Ulla, ya que surgió en 1965 para rememorar la mítica traslación en barco de los restos del apóstol Santiago desde Palestina a Galicia, tras su decapitación en Jerusalén.

A principios del Año Jubilar compostelano de 2010 la casi totalidad de las rutas jacobeas españolas recuperadas o de nueva creación estaban señalizadas, la mayoría de ellas al completo, otras en proceso avanzado y sólo en algún caso en fase inicial.

La mayor parte de los itinerarios disponían, además, de guías editadas por las asociaciones de amigos del Camino o, en las que ya se advertía rentabilidad comercial, por empresas y profesionales. En algún caso, como en el Camino Francés, con ediciones renovadas cada año con la información más reciente en materia de servicios, novedades, etc. Existían guías que permitían seguir los itinerarios jacobeos a través de Francia y España y enlazar con dicha ruta. Muchas incluían no solo el Camino Francés, sino también el Camino a Fisterra-Muxía como un complemento imprescindible, al ser una opción elegida cada vez por más peregrinos después de llegar a Santiago. Alguna de ellas presentaba, a mayores, alguna otra ruta ya consolidada, de forma más breve. Todos los demás itinerarios principales contaban en 2010 con guías actualizadas y que podían adquirirse en tienda: Camino del Norte y Primitivo, Vía de la Plata, Camino Portugués, Camino del Sureste, etc.

Frente a lo anterior, seguían resultando escasos los servicios específicos para peregrinos en la mayoría de las rutas secundarias. Suficientes y en algún momento incluso excesivos en la totalidad del Camino Francés y en parte de las rutas gallegas, eran menos frecuentes a medida que se alejaban los caminos jacobeos secundarios de la meta compostelana.

Dejando al margen de nuevo el Camino Francés, sobrado de información para realizarlo, en la mayoría de los demás itinerarios no sucedía lo mismo, salvo excepciones. En estas rutas el esfuerzo informativo principal seguía siendo asumido desinteresadamente por las asociaciones de amigos del Camino de Santiago repartidas por toda España, Europa y los demás continentes. Estas entidades eran también una de las vías más directas para obtener la credencial de peregrino, necesaria para acceder a albergues y solicitar la compostela al llegar a Santiago. Sin embargo, el sellado de este documento, administrado por la Iglesia, presentaba algunas dificultades en las rutas más recientes y con menor afluencia.

Los itinerarios con los puntos de mayor concentración de peregrinos eran el Camino Francés, a lo largo de casi todo el trazado, ya desde el sur de Francia, y, según momentos, los tramos finales de los demás caminos en Galicia. Se debía esto principalmente al hecho de que para obtener la compostela seguía siendo necesario realizar los últimos 100 km de cualquiera de los recorridos reconocidos a pie y a caballo o los 200 últimos en bicicleta. [MR]

CAMINOS DE SANTIAGO
EN ESPAÑA

1. Camino de Santiago o Camino Francés
(incluye el Camino Aragonés y el Camino Navarro). Somport y Valcarcos/Roncesvalles-Santiago de Compostela. 1.000 km (todas las rutas).
2. Camino Primitivo y Prolongación de León. León-Oviedo-Santiago de Compostela. 369 km.
3. Viejo Camino. Pamplona-Vitoria-Aguilar de Campóo-Ponferrada/Villafranca del Bierzo (Camino Francés). 500 km.
4. Vía de la Plata-Real Camino de la Vizana. Benavente-Astorga (Camino Francés). 74 km.
5. Ruta Vadiniense. San Vicente de la Barquera-Santo Toribio de Liébana-Mansilla de las Mulas (Camino Francés). 134 km.
6. Camino de Madrid. Madrid-Valladolid-Sahagún (Camino Francés). 321 km.
7. Camino del Besaya. Torrelavega-Carrión de los Condes (Camino Francés). 150 km.
8. Camino del Valle de Mena. Bilbao-Burgos (Camino Francés). 140 km.
9. La Ruta de la Lana. Cuenca-Burgos (Camino Francés). 637 km.
10. Camino Vasco del Interior. Irún-Vitoria-Santo Domingo de la Calzada/Burgos (Camino Francés). 369 km.
11. Camino Jacobeo del Ebro. Tortosa-Zaragoza-Logroño (Camino Francés). 219 km.
12. Caminos del Bajo Aragón y del Maestrazgo. Castellón-Escatrón (Camino Jacobeo del Ebro). 395 km.

13. Camí Català de Sant Jaume.
Monserrat-Lérida-Piña de Ebro (Camino Jacobeo del Ebro). 251 km.
14. Caminos Gerundenses. La Junquera-Gerona-Monserrat (Camí Català de Sant Jaume). 231 km.
15. Camino Tarraconense. Tarragona-Lérida (Camí Català de Sant Jaume). 150 km.
16. Camino de Monserrat a San Juan de la Peña. Monserrat-Tárrega-Huesca-San Juan de la Peña (Camino Francés). 238 km.
17. Camino del Baztán. Bayona (Francia)-Pamplona (Camino Francés). 80 km.
18. Camino del Norte o de la Costa. Irún-Bilbao-Santander-Gijón-Ribadeo-Mondoñedo-Santiago de Compostela. 1.010 km.
19. Camino Inglés. Ferrol/A Coruña-Santiago de Compostela. 110 km desde Ferrol.
20. Prolongación Jacobea a Finisterre y Muxía. Santiago de Compostela-Fisterra-Muxía. 141 km. También citado como Camino de Fisterra-Muxía.
21. Camino Portugués. Lisboa-Oporto-Tui-Santiago de Compostela. 110 km en España. También conocido en Portugal como Camino Central Portugués.
22. Ruta Marítima del Mar de Arousa y Río Ulla. Ribeira-Rianxo-Padrón (enlace con el Camino Portugués terrestre). 75 km.
23. Camino Portugués por la Costa. A Guarda-Vigo-Redondela (Camino Portugués). 135 km en España.
24. Camino Portugués del Norte. Goián-Vigo (Camino Portugués por la Costa). 125 km.
25. Camino Mozárabe de Santiago-Vía de la Plata. Sevilla-Cáceres-Zamora-Ourense-Santiago de Compostela. 1.000 km. También citado como Vía de la Plata y en su tramo gallego como Camino del Sudeste.
26. Camino de Invierno. Ponferrada (Camino Francés)-Lalín (Camino gallego del Sudeste). 175 km.
27. Camino Mozárabe Portugués-Vía de la Plata. Zamora (Vía de la Plata)-Bragança-Ourense. 270 km.
28. Camino del Sureste. Alicante-Toledo-Ávila-Benavente (Vía de la Plata)/Astorga (Camino Francés). 732 km.
29. Camino del Azahar. Cartagena-Murcia-Pétrola (Camino del Sureste). 200 km.
30. Camino del Levante. Valencia-Albacete-Ávila-Zamora (Vía de la Plata). 863 km.
31. Camino Mozárabe Andaluz. Málaga/Granada-Córdoba-Mérida (Vía de la Plata). 560 km.
32. Camino Sur. Huelva-Zafra (Vía de la Plata). 184 km.
Fuentes: Federación Española de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago / Revista Peregrino / Elaboración propia.
Datos de 2009


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